viernes, 15 de mayo de 2015

Triunfo, Desconcierto y Sed



Reflexión  domingo 17 de mayo 2015
   Triunfo, Desconcierto y Sed

Marcos 6, 15-20

                                          

Estamos así, en una sociedad, que nos es hostil, como la que tenían los Apóstoles frente de ellos, estamos en el desconcierto porque este Jesús que estaba con nosotros se va al Padre, se va, no lo vemos más, aparentemente nos dejó solos y no sólo esto. Hay que salir al mundo a anunciar la Buena Noticia nos da poderes y estamos ahí nosotros quietitos, no sabemos qué hacer. Eso es lo que ocurre desde la Ascensión hasta 10 días después, que será pentecostés.
No se trata de un voluntariado dominical; no se trata de dedicar los ratos libres a esta misión, ni los ratos de los que buenamente podemos disponer. Jesús, como tantas veces antes, nos dice lo que debemos hacer. ¡Es un mandato! No solo para los sacerdotes, las hermanas y los religiosos. Es un mandato para todos, que ha llegado a nosotros por las Escrituras y porque los que estuvieron allí han cumplido con este deber de transmitirlo.

Pero hoy quiero adentrarme  en el momento de la ascensión y los días después. 
                                                 

La  celebración de  hoy, tiene características únicas,  hay como sentimientos encontrados. En este acontecimiento El Señor asciende al cielo y esto constituye, por un lado, el triunfo de nuestro Dios: "El Señor asciende entre aclamaciones", dice el Salmo. Y por otro lado, los discípulos quedan desconcertados, mirando al cielo; ¿y ahora, qué hacemos? Antes, cuando estábamos con el Señor, entonces estaba todo claro; ahora no lo vemos más!
Entonces estamos ahí, en ese momento preciso y esto es la Ascensión del Señor, y por eso tratamos hoy de descifrar qué significa para nosotros.
Lo primero que me parece a mí es que estamos en un momento bisagra, en un momento clave, en un momento que se da como una ruptura de algo. Es algo totalmente nuevo: Empieza la vida de la iglesia, ya...; aunque todavía falta un poquito; pero prácticamente... esta es una etapa clave en el comienzo de la Iglesia.
El comienzo propiamente se va a dar en Pentecostés (próximo domingo) pero ya, la iglesia está en ese momento en el cual se constituyen como nuevo Pueblo de Dios.
  
Ahí es donde, si bien no está en los textos de hoy, aparece en el Evangelio de Lucas, lo que voy a decir: dice: "los Apóstoles, esos días, permanecían todo el tiempo, continuamente, en el Templo, haciendo oración”. Así que cuando el Señor los deja, cuando el Señor asciende, la actitud que tienen  los discípulos es la de ponerse en oración a Dios, muy  fervientemente, justamente porque hay una promesa de parte del Señor que va a ser su Espíritu, que va a ser el Paráclito, que va a ser éste que va a venir a andar con nosotros, que va a venir a acompañarnos todo el tiempo; aquel que es ese Espíritu de Jesús y el Espíritu del Padre.
Entonces, lo que dicen los Hechos de los Apóstoles es eso, que los discípulos estaban allí, en oración; hasta Pentecostés.
Entonces, este tiempo para nosotros, tienen que ser días en los cuales nuestra oración esté dirigida totalmente al Espíritu de Dios, teniendo Sed de Dios...!
Y el señor  esta siempre. El Señor colma nuestras expectativas. El señor nos llena con su Espíritu. Ese es el gran desafío de este tiempo. Pero para eso necesitamos tener esa Sed.

                                  
Si nosotros tenemos sed de Dios…, Él nos da en abundancia, nos derrama su Espíritu y este es el tiempo propicio, este es el tiempo el señalado para esa oración de adoración, para esa oración de contemplación, para esa oración de alabanza, para esa oración laudatoria.
Es decir, tiempo especial para nosotros, tiempo especial para la Iglesia, porque la iglesia se constituye como pueblo en Pentecostés.
Y no puede pasar desapercibido de nosotros. No puede pasar, porque este tiempo es clave para lo que viene. Estamos invitados a vivir un tiempo de oración para luego tener fuerzas en la misión.
Paz y bien
Hna., Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad Eclesial Franciscana








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