viernes, 29 de julio de 2016

Descuidamos el compartir...



Reflexión domingo 31 de julio 2016
Descuidamos el compartir…
Lucas 12,13-21
Hay dos claras situaciones sobre las que nos invita a reflexionar Jesús el día de hoy.
Lo primero es respecto a aquella tentación de ponerlo a Él de juez entre nosotros y su rechazo a jugar este papel, porque Él no ha venido para eso. ¡Ojo! Este es un grave error en el que caemos con alguna frecuencia. Nosotros hemos sido dotados de todas las cualidades y capacidades que debieran servir para entendernos. Precisamente estamos obligados a construir relaciones armoniosas basadas en estos recursos, siendo el amor su producto más caro.
Nosotros hemos sido creados para el amor y en es esto debemos esforzarnos en lograr. El amor es eso: una construcción que vamos desarrollando en base a esfuerzo. Quien no lo entiende así, está totalmente equivocado. ¡Qué fácil resulta pedir que nos de esto o aquello! Acostumbrarnos a exigir y esperar consideraciones, sin estar dispuestos a dar nada a cambio. Este es el “engreimiento” en el que caen muchos niños y jóvenes de hoy como resultado de relaciones que distorsionan el amor, convirtiéndolo en un interruptor, en un botón, en el clic que debemos oprimir para conseguir nuestra propia satisfacción. Y les dijo: «Miren y guárdense de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.

¡Qué fácil y qué cómo resulta pedirle a Dios que resuelva nuestros problemas, como si no tuviéramos en nuestras manos la capacidad para hacerlo! Dios nos ha dotado de todo lo necesario para el amor, pero nosotros hemos querido edificar un mundo de espaldas a Dios y al amor, como si esto fuera posible. Basados en nuestras capacidades y cualidades, hemos decidido “independizarnos” y hacer lo que nos apetece, como el adolescente aquel que se larga de su casa, en busca de fortuna o de placeres, drogas y alcohol, desoyendo a su “aburrido y anticuado” padre, sintiéndose dueño del mundo, infalible y capaz de cualquier cosa, porque dos o tres le salieron a pedir de boca.
Pasar por encima de las pretensiones de otros resulta muchas veces más fácil de lo que parece para el arrogante, cínico y prepotente. Son “trucos o astucias” que se van aprendiendo para alcanzar el “éxito” que “todos” buscamos a cualquier precio. Allí es donde nacen el popular “es normal” y “si todos lo hacen, por qué no yo”, que se han llegado a convertir en la norma del proceder popular. Hacer lo que todos hacen parece garantía suficiente de corrección. Es entonces, cuando las cosas no salen como habíamos previsto, que volvemos los ojos a Dios para que nos arregle la ofensa y Él no está para eso. Si quieres hacer las cosas bien, si quieres justicia, si quieres perdón, empieza por amar. Y les dijo: «Miren y guárdense de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.

Lo segundo, que se deriva de esto mismo, es que no hay nada en este mundo que valga más que la vida, que nada ni nadie la puede asegurar para la eternidad, excepto Dios y el Amor, que finalmente son dos palabras para expresar lo mismo. Se engaña quien hace el propósito de su vida asegurarse bienes para pasar todos los inviernos que se avecinan, porque no sabe si quiera si llegará al próximo. No podemos vivir depositando nuestra confianza en la cantidad de bienes o dinero que atesoramos, porque por hacerlo descuidamos el compartir con nuestros hermanos, amigos, vecinos y la sociedad en su conjunto. 

Todo lo que atesoramos, que al momento muchas veces inesperado de nuestras muerte dejamos teóricamente como herencia a nuestros descendientes, constituye la prueba irrefutable de nuestro poco o ningún compromiso con el bienestar de nuestros hermanos, que habrá de señalarnos como responsables de su pobreza, enfermedades, persecución, injusticia e incluso muerte, porque tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, tuve frio y no me diste abrigo, no tenía donde refugiarme de las inclemencias del clima, ni donde dormir y no me diste techo…No podemos vivir de espaldas a Dios y aquel que se dedica a acumular y atesorar, por más loable que parezcan sus motivos, como dejar algo para sus hijos, está diciendo que no cree en Dios, que no confía en su Providencia; que solo él es capaz de cuidar y velar por su descendencia, como no lo haría ni Dios. Otro cargo más sobre el que tendremos que responder. ¿Qué diremos? ¡Ordenemos nuestras vidas, no seamos necios! ¡Demos prioridad a lo que realmente merece en orden a Dios! Y les dijo: «Miren y guárdense de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.

La invitación que nos hace Jesús es que descubramos que Él es nuestra riqueza…no perdamos el timón.
Buen inicio de semana, que Dios nos ilumine siempre.
Paz y bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad Eclesial Franciscana

jueves, 21 de julio de 2016

Un resumen de las relaciones de un ser humano con el absoluto...




Reflexión domingo 24 de julio 2016
Un resumen de las relaciones de un ser humano con el absoluto…
Luca 11, 01-13
Hoy me quiero quedar reflexionando la oración del Padrenuestro en lo cual está presente las acciones que Jesús presenta en el evangelio o sea la imagen del amigo que viene buscando algo a tu puerta y nos pide insistencia, luego la imagen del padre bueno que en vez de dar una serpiente a su hijo le da un pan, en resumen todo es parte de la oración del Padrenuestro.

El "Padrenuestro" es mucho más que una oración de petición. Es más bien un resumen de las relaciones de un ser humano con el absoluto, consigo mismo y con los demás. En la primera parte del padrenuestro se mira hacía Dios; en la segunda se mira hacia el hombre.

 El Padrenuestro nos trasmite, en el lenguaje religioso de la época, toda la novedad de la experiencia de Jesús.

La base de ese mensaje fue una experiencia única de Dios como "Abba", y la experiencia de ser un "Hijo de Hombre", conectado con todos los demás seres humanos.

La mayoría de las veces, hemos reducido el padrenuestro a un rezo mecánico que no supone para nada una actitud determinada. Y hemos destrozado su profundo sentido cuando hemos convertido su recitación repetida, en una penitencia por nuestros pecados.

Sin embargo, como expresión de una actitud interior puede abrirnos horizontes insospechados. Hemos repetido muchas veces que el mensaje de la Palabra, no está en la letra, sino en el espíritu. Alcanzar el espíritu, supone siempre ir más allá de las formulaciones literales.

Entendido literalmente, el Padrenuestro no tiene para nosotros mucho sentido. Ni Dios es padre en sentido literal; ni está en ningún lugar, llamado cielo; ni podemos santificar su nombre, porque no lo tiene; ni tiene que venir su Reino de ninguna parte, porque está siempre en todo y en todos; Ni su voluntad tiene que cumplirse, porque se cumple siempre aunque no queramos nosotros. Ni tiene nada que perdonar, mucho menos, puede tomar ejemplo de nosotros para hacerlo; ni podemos imaginar que sea Él el que nos induzca a pecar; ni puede librarnos del mal, que depende sólo de nosotros.

Es imposible abarcar todo el padrenuestro en una homilía. Cuentan de Sta. Teresa que al ponerse a rezar el padrenuestro, era incapaz de pasar de la primera palabra. En cuanto decía "Padre" caía en éxtasis... ¡Qué maravilla! Efectivamente, esa palabra es la clave para adentrarnos en la experiencia de Jesús. Comentar esa sola palabra nos podía llevar varias horas de meditación. De todas formas vamos a repasarlo todo brevemente.

Padre. Llamar a Dios Padre, fue la gran revelación de Jesús. El "Abba" es la piedra maestra de todo su mensaje. En los evangelios se pone una sola vez en labios de Jesús, pero lo hace con tal rotundidad, que se ha convertido en resumen de todas las enseñanzas de Jesús. Es una fuente inagotable de vivencias.

El descubrir a Dios como Papá supone la situación de un niño pequeño que ni siquiera sabe lo que debe pedir. Esta actitud es muy distinta de la nuestra que nos comportamos como personas mayores que podemos decir a Dios lo que nos debe dar en cada momento. La aparente oración debe convertirse en confianza absoluta en aquel que sabe mejor que yo mismo lo que necesito.

Dios es Padre en el sentido de origen y fundamento de nuestro ser, no en el sentido de dependencia biológica. Queremos decir mucho más de lo que esas palabras significan, pero no tenemos el concepto adecuado; por eso tenemos que intentar ir más allá de las palabras.

Procedemos de Él sin perder nunca esa dependencia absoluta, que no limita mis posibilidades de ser, sino que las fundamenta absolutamente. El padre natural, da en un momento determinado la vida biológica. Dios nos está dando constantemente la Vida.

Pero Dios es también Madre. Hay que eliminar de Dios la idea del padre dominador y represor, que a veces le hemos atribuido y que nos ha llevado a desarrollar en relación a Él, los complejos que con frecuencia sufrimos con relación al padre natural.

No podemos empeñamos en proyectar sobre Dios ideas negativas del "padre" que hemos elaborado a través de los siglos. No tiene ni pies ni cabeza considerar a Dios superior al hombre, mucho menos enemigo del hombre. Al liberarse hoy de ese Dios falso, y no experimentar el verdadero, el ser humano se ha quedado en la más absoluta orfandad.

El concepto de padre, es siempre relativo. Hace referencia a un hijo. No hay padre si no hay hijo; y no puede haber hijo si no hay padre.

Para la cultura semita, Padre era, sobre todo, el modelo a imitar por el hijo. Cuando Jesús dice que no llaméis a nadie padre, quiere decir que el único modelo a imitar por el seguidor de Jesús, es únicamente el mismo Dios. Este es el verdadero sentido que da Jesús a su advocación de Dios como Padre. "Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre"

Jesús experimentó a Dios como su "Abba", por ello descubrió que era Padre para todo ser humano. De esta experiencia sacó Jesús todo su mensaje: si todos somos hijos, todos somos hermanos y debemos comportarnos como tales. Ser hermano supone el sentimiento de pertenencia a una familia y de compartir todo lo que se tiene y lo que se es.

Que estás en el cielo. Juan Pablo II dejó dicho, con toda claridad, que el cielo no era un lugar, sino un estado. ¿Cuántos cristianos han superado la idea de un cielo como lugar al que un día aspiran a llegar? Había que traducir: "Que estás en ti mismo". La verdad es que no puede estar en otro sitio ni de otra manera. Otra traducción podía ser: Que no puedes dejar de ser lo que eres. En Dios, el SER y el ESTAR se identifican.

Santificado sea tu nombre. Ya sabes que aquí "nombre" significa persona, ser. Nada ni nadie puede añadir nada a Dios. Está siempre colmado su ser y no se puede añadir ni una gota más. Lo que quiere decir es que nosotros descubramos ese ser y lo demos a conocer a los demás tal como es, a través de nuestra propia existencia.

Venga tu reino. No podía faltar aquí el símbolo clave de toda la predicación de Jesús: El Reino de Dios. Pero el mismo Jesús nos dijo que no tiene que venir de ninguna parte ni está aquí ni está allí. Está ya dentro de nosotros. Nuestra tarea consiste en descubrirlo y hacerlo salir al exterior, manifestarlo en la vida con nuestras obras.

Debemos contribuir a que ese proyecto de Dios y de Jesús, que es el Reino, se lleve a cabo en nuestro mundo de hoy. Todo lo que tiene que hacer Dios para que su Reino llegue, ya está hecho. Al expresar este deseo, nos comprometemos a luchar para que se haga realidad.

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Cielo supone un lugar contrario a la tierra, donde se cumple su voluntad. Esto no es inteligible. En Dios la voluntad no es una facultad, como en el ser humano. Es un ser simplicísimo que no puede tener facultades o potencias. La voluntad de Dios es su propio ser que se plasma y se manifiesta en cada criatura, es decir, en todas las cosas y las personas. La voluntad de Dios no es un añadido que se hace realidad en el tiempo. Nosotros si podemos manifestar esa naturaleza de Dios en el tiempo acomodándonos a las exigencias de nuestro propio ser.

Danos cada día nuestro pan de mañana. Dios no puede dejar de darnos todo lo que necesitamos para ser nosotros mismos. Sería ridículo un dios que se preocupara sólo del que se lo pide y se olvidara del que no le pide nada.

No se trata sólo del pan o del alimento en general, sino de todo lo que el ser humano necesita, tanto lo necesario material como lo espiritual. Jesús dijo: "Yo soy el pan de Vida". Al pedir que nos dé el pan de mañana, estamos manifestando la confianza en un futuro que se puede adelantar.

"Perdónanos, que también nosotros perdonamos" Sería ridículo que nosotros pudiéramos ser ejemplo de perdón para Dios. Más bien deberíamos aprender a perdonar de ese Dios que nos perdona sin condiciones.
La primera lectura de hoy nos da una ridícula perspectiva del hombre cuando trata de dar lecciones a Dios. Dios no perdona. En Dios los verbos no se pueden conjugar, porque no tiene tiempos ni modos. Dios es perdón.

También es verdad que sólo será capaz de perdonar el que se sienta perdonado. El descubrir que Dios me sigue amando sin merecerlo es la clave de toda relación con Él. Si perdonamos es señal de que hemos descubierto y aceptado el perdón de Dios.

"No nos dejes ceder a la tentación" También esta formulación es complicada. Tanto el griego como el latín apuntan a que no nos induzca a pecar el mismo Dios, lo cual no tiene ni pies ni cabeza. Los intentos que se hacen al traducirlo no terminan de aclarar los conceptos. Pensar que Dios puede dejarnos caer o puede hacer que no caigamos es ridículo. La única manera de no caer es precisamente la oración, es decir, la toma de conciencia, (conocimiento) de lo que verdaderamente soy y lo que es Dios.

Líbranos del mal. Si Dios pudiera librarnos del mal y no lo hiciera, no sería Dios. Claro que tiene su sentido, pero está más allá de la letra. La única manera de librarnos del mal es el conocimiento. Todo el mensaje de Jesús está encaminado a librarnos del mal, es decir, del engaño, del error, de la mentira. No hay manera de librarnos del mal sin el conocimiento del bien. Si yo supiera lo que es bueno o malo para mí, nunca elegiría el mal.

Paz y bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad Eclesial Franciscana

viernes, 15 de julio de 2016

INSISTIR EN LO ESENCIAL...



Reflexión domingo 17 de julio 2016
INSISTIR  EN  LO  ESENCIAL…
Lucas 10, 38-42

La palabra de Dios nos trae la imagen de María de Betania, sentada a los pies de Jesús, su maestro, como ejemplo para nosotros, para que entendamos que escuchar la Palabra de Dios, saborearla, meditarla y asimilarla es una tarea valiosa. Seguir a Jesús suponen una atenta escucha de la Palabra de Dios. Marta y María hospedan a Jesús, y el Señor las recompensa dándoles el verdadero sentido del discipulado

El evangelio nos muestra dos formas de seguir a Jesús, y también nos indica cuál es la más perfecta. A primera vista parece que Jesús reta a Marta por trabajar muchos y elogia a María por no hacer nada. Sin embargo, la Iglesia celebra cada año, el 29 de julio a Marta como Santa, y nos la propone como modelos de los que se dedican a servir en el hogar

Entonces ¿Qué es lo que critica Jesús en Marta y alaba en María? Marta y María, hermanas de Lázaro, reciben a Jesús en su casa, pero observa San Lucas que mientras Marta “estaba muy ocupada en las tareas de la casa, María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra

Importante entender que en esa época, eran los discípulos quienes se sentaban a los pies de sus maestros. Y  María, aprovecha la oportunidad, para sentarse a los pies de Jesús, para ser su discípula. Y ésta actitud era escandalosa para las costumbres de la época, porque no se admitía, que las mujeres fueran discípulas. En tiempos de Jesús, un hombres no podía estar hablando públicamente con una mujer, y muchos menos aún enseñarle. Asimismo sólo los varones podían asistir al culto, las mujeres estaban en las casas de oración en lugares apartados y secundarios. A cualquiera que se le hubiera preguntado en ese momento, cuál era el lugar de María, hubiera contestado simplemente: la cocina. Y por eso, porque la situación no era adecuada para la época, Marta le reclama a Jesús que mande a María a ayudarle.

Y qué hace Jesús? Defiende a María. El Señor reconoce la laboriosidad de Marta. No la reta por ser muy trabajadora. Y tampoco alaba a María, por perezosa. En el evangelio no se hace alusión a que María no trabajase habitualmente, sino sólo destaca que en ese momento, en el momento que Jesús, llega a su casa, y que ella tiene oportunidad de escucharlo y de aprender, entonces en ese momento, en lugar de hacer las tareas de la casa, lo escucha. Marta en cambio, si bien está haciendo algo bueno y valioso, .... y quiere servir a Jesús de la mejor manera, en realidad se encuentra con una respuesta del Señor que la desconcierta, el Señor le hace ver, que con tantas preocupaciones no se toma el tiempo para escuchar lo que Jesús le quiere decir. Las dos hermanas, quieren a Jesús y lo quieren servir, pero de distinta forma, y el Señor remarca, que hay un tiempo para cada cosa. Y así también debe pasar en nuestra vida. En nuestra vida, tendremos momentos en que tenemos que trabajar y momentos en que tenemos que estar atentos al Señor, dialogar con él, en definitiva hacer ORACION.

El servicio es bueno y el Señor lo aprecia y nos lo pide, pero es más importante aún, nuestra relación con Dios, escuchar su Palabra y hacer oración. El discípulo de Cristo debe unir en su vida los dos servicios, dando preferencia al último. En Marta y en María, las dos hermanas, está representado el servicio cristiano que siempre debe estar alimentado por la palabra de Dios y la oración. Muchas veces el apuro de la acción ha matado la oración. Y la oración, nos une a Dios, nos permite relacionarnos con él, escucharlo. Esa oración, si es signo de verdadera unión a Dios, también va a desembocar en un servicio a los demás. Y cuando nuestro servicio, surge de una relación íntima con Dios, va a dar los frutos esperados, porque será más obra de Dios que nuestra propia obra. Queremos especialmente hoy pedirle al Señor que seamos capaces de encontrar en nuestra vida el equilibrio necesario para dar a la oración y al trabajo, el tiempo debido.

Se fijaron Ustedes en las carteleras de las parroquias, además de los horarios de misas ¿hay un horario que diga “la comunidad se reúne a orar, meditar, alabar al Señor?. Momentos de adoración al Santísimo en forma comunitaria, de todos los grupos parroquiales?. Están generalmente los horarios de las “actividades”. ¿Hay en todas las parroquias y comunidades grupos de oración?.

Marta se deja ganar por lo urgente y sacrifica lo importante; se queda con lo accidental y descuida lo esencial; se deja copar por el activismo y olvida la contemplación, la escucha de la Palabra del Señor, que es lo que verdaderamente importa. Olvidó que la llegada del Señor a su casa era la gran oportunidad para estar con Él y escucharlo, y prefiere, en cambio, la acción. Pero cae, al mismo tiempo, en la precipitación, en el ruido, en la agitación y el nerviosismo. Marta acoge a Jesús en su casa, pero María lo acoge dentro de su corazón, en su propia intimidad.

Yo creo que no siempre se ha hecho justicia a Marta. Tal vez hemos pensado que Marta se ganó el “reto” del Señor porque estaba equivocada. No. Marta estaba haciendo una cosa estupenda, maravillosa: estaba sirviendo al Señor. ¡Qué privilegio! Sin embargo, a pesar de todo, sí tuvo un error, y Jesús no tardó en hacérselo ver. El problema no está en servir al Señor, sino en la manera de hacerlo. Lo que Jesús reprueba no son sus servicios y sus atenciones, sino la agitación, la dispersión, el andar corriendo en mil direcciones y perder la paz del corazón.

No se trata de preferir una de las dos actitudes y de descartar la otra. Hemos de unir las dos dimensiones en nuestra vida, pero insistiendo en lo ESENCIAL: oración y acción, escucha y servicio. Pero siempre, poniendo lo primero en el lugar que le corresponde. Ojalá que a nosotros no nos tenga que llamar la atención nuestro Señor, como a Marta: “Tú te inquietas y te turbas por muchas cosas, pero una sola es necesaria”. Ojalá que nosotros sepamos, como María, escoger la parte mejor –al Señor— pues nadie nos lo arrebatará. ¡Él es el Único necesario! Todo lo demás nos lo dará Él por añadidura.

El encuentro es un proceso que cambia a los que se encuentran, por eso mi vida debe de convertirse cada vez más cuando se encuentra con dios a través de la oración. Por eso hoy Jesús dice María encontró eligió la mejor parte que no le será quitada, se encontró con Jesús, se encontró consigo misma.

No olvidemos que Jesús sale al encuentro de cada uno de nosotros, Él fue a la casa de sus amigos Marta, María y Lázaro. Por eso si él fue hacia ellos ¿cómo es posible que Marta no se dé cuenta de esto y se siente también junto a María para vivir ese encuentro?.  Aquí está el motivo fundamental de que Jesús le llame la atención a Marta.

El Señor también puede llamarnos la atención a nosotros si hoy, aquí, Él quiere encontrarse con nosotros pero estamos ocupados en preparar cosas para mañana, para mi casa, para mis seres queridos. La eucaristía es el gran momento de encuentro de Jesús con nosotros.

¿Lo dejaremos pasar? ¿Estaremos ocupados en otras cosas?
Pero recordemos: “Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".

Como imagen para la reflexión, muchos nos identificamos quizá con Marta: la Palabra está ahí, pero nosotros nos dedicamos a otras muchas cosas, no a lo verdaderamente necesario.

Como aplicación práctica para nuestra vida, debemos hacer dos reflexiones: la enorme responsabilidad de los sacerdotes que en las homilías dominicales tienen la misión de presentar la Palabra; la enorme urgencia que tenemos todos los que queremos seguir a Jesús: conocer a Jesús en los evangelios, dedicar un tiempo a orar, no a pedir, sino a escuchar.

Deberíamos ser insaciables en nuestra dedicación a conocer a Jesús, a contemplarlo: es eso lo que puede transformar nuestras vidas, ése es el grano de mostaza, la levadura que ha de fermentar la masa.

Y aquí, no podemos menos que subrayar esta grave carencia del pueblo cristiano: orar, orar con la Palabra. Insistimos una vez más: muchos cristianos rezan mucho y escuchan poco. Escuchar la Palabra, entender el mensaje, masticarlo, asimilarlo. Contemplar a Jesús, para que se nos vaya metiendo dentro y sea levadura que nos vaya cambiando, desde dentro.

La dificultad que muchos sienten es “no tengo tiempo”. No es verdad. “No tengo tiempo” significa, simplemente, “otras cosas me importan más”. Si no tenemos tiempo para orar, esto significa que escuchar la Palabra nos importa poco.
Les deseo una linda semana.

Paz y Bien

Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazón
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