Reflexión
domingo 17 de julio 2016
INSISTIR EN LO ESENCIAL…
Lucas 10, 38-42
La
palabra de Dios nos trae la imagen de María de Betania, sentada a los pies de
Jesús, su maestro, como ejemplo para nosotros, para que entendamos que
escuchar la Palabra de Dios, saborearla, meditarla y asimilarla es una tarea
valiosa. Seguir a Jesús suponen una atenta escucha de la Palabra de Dios.
Marta y María hospedan a Jesús, y el Señor las recompensa dándoles el
verdadero sentido del discipulado
El
evangelio nos muestra dos formas de seguir a Jesús, y también nos indica cuál
es la más perfecta. A primera vista parece que Jesús reta a Marta por
trabajar muchos y elogia a María por no hacer nada. Sin embargo, la Iglesia
celebra cada año, el 29 de julio a Marta como Santa, y nos la propone como
modelos de los que se dedican a servir en el hogar
Entonces ¿Qué es lo que critica Jesús en Marta y
alaba en María? Marta y María, hermanas de Lázaro, reciben a Jesús en su
casa, pero observa San Lucas que mientras Marta “estaba muy ocupada en las
tareas de la casa, María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra
Importante
entender que en esa época, eran los discípulos quienes se sentaban a los pies
de sus maestros. Y María, aprovecha la
oportunidad, para sentarse a los pies de Jesús, para ser su discípula. Y ésta
actitud era escandalosa para las costumbres de la época, porque no se
admitía, que las mujeres fueran discípulas. En tiempos de Jesús, un hombres
no podía estar hablando públicamente con una mujer, y muchos menos aún
enseñarle. Asimismo sólo los varones podían asistir al culto, las mujeres
estaban en las casas de oración en lugares apartados y secundarios. A
cualquiera que se le hubiera preguntado en ese momento, cuál era el lugar de
María, hubiera contestado simplemente: la cocina. Y por eso, porque la
situación no era adecuada para la época, Marta le reclama a Jesús que mande a
María a ayudarle.
Y
qué hace Jesús? Defiende a María. El Señor reconoce la laboriosidad de Marta.
No la reta por ser muy trabajadora. Y tampoco alaba a María, por perezosa. En
el evangelio no se hace alusión a que María no trabajase habitualmente, sino
sólo destaca que en ese momento, en el momento que Jesús, llega a su casa, y
que ella tiene oportunidad de escucharlo y de aprender, entonces en ese
momento, en lugar de hacer las tareas de la casa, lo escucha. Marta en
cambio, si bien está haciendo algo bueno y valioso, .... y quiere servir a
Jesús de la mejor manera, en realidad se encuentra con una respuesta del
Señor que la desconcierta, el Señor le hace ver, que con tantas
preocupaciones no se toma el tiempo para escuchar lo que Jesús le quiere
decir. Las dos hermanas, quieren a Jesús y lo quieren servir, pero de
distinta forma, y el Señor remarca, que hay un tiempo para cada cosa. Y así
también debe pasar en nuestra vida. En nuestra vida, tendremos momentos en
que tenemos que trabajar y momentos en que tenemos que estar atentos al
Señor, dialogar con él, en definitiva hacer ORACION.
El
servicio es bueno y el Señor lo aprecia y nos lo pide, pero es más importante
aún, nuestra relación con Dios, escuchar su Palabra y hacer oración. El
discípulo de Cristo debe unir en su vida los dos servicios, dando preferencia
al último. En Marta y en María, las dos hermanas, está representado el servicio
cristiano que siempre debe estar alimentado por la palabra de Dios y la
oración. Muchas veces el apuro de la acción ha matado la oración. Y la
oración, nos une a Dios, nos permite relacionarnos con él, escucharlo. Esa
oración, si es signo de verdadera unión a Dios, también va a desembocar en un
servicio a los demás. Y cuando nuestro servicio, surge de una relación íntima
con Dios, va a dar los frutos esperados, porque será más obra de Dios que
nuestra propia obra. Queremos especialmente hoy pedirle al Señor que seamos
capaces de encontrar en nuestra vida el
equilibrio necesario para dar a la oración y al trabajo, el tiempo
debido.
Se
fijaron Ustedes en las carteleras de las parroquias, además de los horarios
de misas ¿hay un horario que diga “la comunidad se reúne a orar, meditar,
alabar al Señor?. Momentos de adoración al Santísimo en forma comunitaria, de
todos los grupos parroquiales?. Están generalmente los horarios de las
“actividades”. ¿Hay en todas las parroquias y comunidades grupos de oración?.
Marta
se deja ganar por lo urgente y sacrifica lo importante; se queda con lo
accidental y descuida lo esencial; se deja copar por el activismo y olvida la
contemplación, la escucha de la Palabra del Señor, que es lo que
verdaderamente importa. Olvidó que la llegada del Señor a su casa era la gran
oportunidad para estar con Él y escucharlo, y prefiere, en cambio, la acción.
Pero cae, al mismo tiempo, en la precipitación, en el ruido, en la agitación
y el nerviosismo. Marta acoge a Jesús
en su casa, pero María lo acoge dentro de su corazón, en su propia intimidad.
Yo
creo que no siempre se ha hecho justicia a Marta. Tal vez hemos pensado que
Marta se ganó el “reto” del Señor porque estaba equivocada. No. Marta estaba
haciendo una cosa estupenda, maravillosa: estaba sirviendo al Señor. ¡Qué
privilegio! Sin embargo, a pesar de todo, sí tuvo un error, y Jesús no tardó
en hacérselo ver. El problema no está
en servir al Señor, sino en la manera de hacerlo. Lo que Jesús reprueba
no son sus servicios y sus atenciones, sino la agitación, la dispersión, el
andar corriendo en mil direcciones y perder
la paz del corazón.
No
se trata de preferir una de las dos actitudes y de descartar la otra. Hemos
de unir las dos dimensiones en nuestra vida, pero insistiendo en lo ESENCIAL: oración y acción, escucha y servicio. Pero
siempre, poniendo lo primero en el lugar que le corresponde. Ojalá que a
nosotros no nos tenga que llamar la atención nuestro Señor, como a Marta: “Tú
te inquietas y te turbas por muchas cosas, pero una sola es necesaria”. Ojalá
que nosotros sepamos, como María, escoger la parte mejor –al Señor— pues
nadie nos lo arrebatará. ¡Él es el Único necesario! Todo lo demás nos lo dará
Él por añadidura.
El
encuentro es un proceso que cambia a los que se encuentran, por eso mi vida
debe de convertirse cada vez más cuando se encuentra con dios a través de la
oración. Por eso hoy Jesús dice María
encontró eligió la mejor parte que no le será quitada, se encontró con Jesús,
se encontró consigo misma.
No olvidemos que Jesús sale al encuentro de cada uno
de nosotros, Él fue a la casa de sus amigos Marta, María y Lázaro. Por eso si
él fue hacia ellos ¿cómo es posible que Marta no se dé cuenta de esto y se
siente también junto a María para vivir ese encuentro?. Aquí está el motivo fundamental de que Jesús
le llame la atención a Marta.
El
Señor también puede llamarnos la atención a nosotros si hoy, aquí, Él quiere
encontrarse con nosotros pero estamos ocupados en preparar cosas para mañana,
para mi casa, para mis seres queridos. La eucaristía es el gran momento de
encuentro de Jesús con nosotros.
¿Lo dejaremos pasar? ¿Estaremos ocupados en otras
cosas?
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Pero recordemos: “Dichosos
más bien los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".
Como imagen para la
reflexión, muchos nos identificamos quizá con Marta: la Palabra está ahí, pero
nosotros nos dedicamos a otras muchas cosas, no a lo verdaderamente necesario.
Como aplicación práctica
para nuestra vida, debemos hacer dos reflexiones: la enorme responsabilidad de los sacerdotes que en las homilías
dominicales tienen la misión de presentar la Palabra; la enorme urgencia que tenemos todos los que queremos seguir a
Jesús: conocer a Jesús en los evangelios, dedicar un tiempo a orar, no a pedir,
sino a escuchar.
Deberíamos ser insaciables
en nuestra dedicación a conocer a Jesús, a contemplarlo: es eso lo que puede
transformar nuestras vidas, ése es el grano de mostaza, la levadura que ha de
fermentar la masa.
Y aquí, no podemos menos que
subrayar esta grave carencia del pueblo cristiano: orar, orar con la Palabra.
Insistimos una vez más: muchos cristianos rezan mucho y escuchan poco. Escuchar
la Palabra, entender el mensaje, masticarlo, asimilarlo. Contemplar a Jesús,
para que se nos vaya metiendo dentro y sea levadura que nos vaya cambiando,
desde dentro.
La dificultad que muchos
sienten es “no tengo tiempo”. No es verdad. “No tengo tiempo” significa,
simplemente, “otras cosas me importan más”. Si no tenemos tiempo para orar, esto
significa que escuchar la Palabra nos importa poco.
Les deseo una linda semana.
Paz y Bien
Hna.
Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad
Eclesial Fraternidad
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