Reflexión domingo 29 julio 2018
Cinco panes y dos peces…
Juan 6,1-15
Hermanos cuando comparamos los relatos en los
distintos evangelios, no es difícil darnos cuenta de que algunos detalles son
diferentes. Allí aparece la intención del evangelista que quiere mostrarnos un
aspecto en especial.
En los relatos que nos ofrecen Mateo, Marcos y Lucas, Jesús pregunta a los discípulos cuántos panes tienen. Cuando leemos el relato del cuarto evangelio, nos damos cuenta de que Juan marca una diferencia.
En los relatos que nos ofrecen Mateo, Marcos y Lucas, Jesús pregunta a los discípulos cuántos panes tienen. Cuando leemos el relato del cuarto evangelio, nos damos cuenta de que Juan marca una diferencia.
Nos dice:
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a
Felipe:
« ¿Dónde compraremos pan para darles de comer?»
Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió:
«Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?»
« ¿Dónde compraremos pan para darles de comer?»
Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió:
«Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?»
Efectivamente, los recursos eran muy escasos: un niño que ofrece lo que
tenía para su almuerzo. El pan de cebada era el pan de los pobres, más barato
que el pan de trigo. Ese tipo de pan aparece también en la primera lectura de
este domingo, tomada del segundo libro de los Reyes, donde el profeta Eliseo
alimenta a cien hombres con solo veinte panes de cebada.
Únicamente Juan coloca a este niño en su relato. No sólo tiene poca cosa que ofrecer, sino que es apenas un niño… un candidato tan improbable como el jovencito David para enfrentar al terrible gigante Goliat. ¿Qué habría pasado si el niño hubiera pensado “y con esto qué hacemos” y se lo hubiera guardado? Pero el Evangelio suele subrayar el valor escondido en lo poco y lo pequeño… la minúscula semilla de mostaza de la que sale un gran arbusto, la medida de levadura que fermenta toda la masa… las dos pequeñas monedas que dona la viuda, el vaso de agua que alguien ofrece al discípulo de Jesús. Por otra parte, la parábola de los talentos nos hace ver también la peligrosa tentación del que ha recibido un solo talento y lo guarda, en lugar de hacerlo producir, tal vez por pensar que le había tocado poco.
Pero el niño no piensa nada de esto. Deja todo en manos de Jesús y hace posible que Jesús actúe:
Únicamente Juan coloca a este niño en su relato. No sólo tiene poca cosa que ofrecer, sino que es apenas un niño… un candidato tan improbable como el jovencito David para enfrentar al terrible gigante Goliat. ¿Qué habría pasado si el niño hubiera pensado “y con esto qué hacemos” y se lo hubiera guardado? Pero el Evangelio suele subrayar el valor escondido en lo poco y lo pequeño… la minúscula semilla de mostaza de la que sale un gran arbusto, la medida de levadura que fermenta toda la masa… las dos pequeñas monedas que dona la viuda, el vaso de agua que alguien ofrece al discípulo de Jesús. Por otra parte, la parábola de los talentos nos hace ver también la peligrosa tentación del que ha recibido un solo talento y lo guarda, en lugar de hacerlo producir, tal vez por pensar que le había tocado poco.
Pero el niño no piensa nada de esto. Deja todo en manos de Jesús y hace posible que Jesús actúe:
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban
sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
En los otros evangelios, Jesús hace repartir el
alimento por sus discípulos; aquí es él mismo quien lo entrega. El evangelista
Juan quiere así resaltar todo lo que Jesús hizo a partir de lo que el niño le
ofreció: sus cinco panes y dos peces.
Nosotros también queremos seguir sirviendo a nuestro pueblo. Así sabremos encontrar sus cinco panes y dos peces, para ponerlos a disposición de Jesús, en favor de su gente.
En forma muy resumida, estos son:
Primer Pan: vivir el momento presente.
Nosotros también queremos seguir sirviendo a nuestro pueblo. Así sabremos encontrar sus cinco panes y dos peces, para ponerlos a disposición de Jesús, en favor de su gente.
En forma muy resumida, estos son:
Primer Pan: vivir el momento presente.
“Aprovecho las ocasiones que se presentan cada día para realizar acciones
ordinarias de forma extraordinaria”.
Segundo Pan: distinguir entre Dios y las obras de
Dios.
“Me has confiado una misión que no se asemeja a ninguna otra, pero con los
mismos objetivos de las demás: ser tu apóstol y testigo”.
Tercer Pan: un punto firme, la oración.
“Breves oraciones, unidas una a otra, forman una vida de oración”.
Cuarto Pan: mi única fuerza, la eucaristía.
“Antes celebraba con patena y cáliz dorados: ahora tu sangre está en la
palma de mi mano”.
Quinto Pan: amar hasta la unidad es el testamento de
Jesús.
“Amar a los otros como Jesús me ha amado, en el perdón, en la misericordia,
hasta la unidad”
Primer Pez: María Inmaculada, mi primer amor.
“Para sentirme unido a Jesús y a todos los hombres, mis hermanos, quiero
llamarte Madre nuestra”.
Segundo Pez: elegir a Jesús.
“¿Qué recompensa quieres? Solo a ti, Señor”.
“Quiero ser el muchacho que ofreció todo lo que tenía. Casi nada: cinco
panes y dos peces, pero era todo lo que tenía para ser instrumento del amor de
Jesús”.
Paz y bien
Hna. Esthela Nineth
Bonardy Cazon
Fraternidad Eclesial
Franciscana
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