Reflexión domingo 8 de marzo 2015
EL
LÁTIGO DE LA PALABRA
Juan
2, 13 – 25
Amigos el
evangelio de este domingo es muy fuerte, a mí me pasan muchas cosas por el
corazón, que se puede discutir y decir
largo rato sobre por qué hay hombres que se parecen a cucarachas o son
tratados como tal. Los porqué seguramente vendrán con miradas desde el
lugar, saberes con que se lo mire y de los intereses de quien dice
una palabra.
En los tiempos antiguos, al igual que en los tiempos
de hoy, hubo y hay hombres revestidos de grandes pobrezas.
Datos, estadísticas numéricas y filosóficas de porqué los empobrecidos son
pobres, los hay con voces de la derecha de la izquierda, de arriba y de
abajo mismo. Pero en mis vacaciones Dios me da esos regalitos espirituales de
encontrarme con los abuelos de mi comunidad, escucharlos es interesante,
siempre siento que ellos derraman sabidurías por doquier.
Entonces hace un buen tiempo, más de
dos mil años, caminó entre nosotros un hombre llamado Jesús, el cual vivía
de tal manera y predicaba tan distinto que los hombres considerados los sabios
llenos de poder, se le acercaban por donde pasaba. Y este hombre en ese
encuentro los hacía descascararse de su revestimiento de pobreza y algunos
volvían a integrarse a la sociedad como uno más. Si bien este hombre de Nazaret
pasó haciendo el bien, este bien desestabilizó a las estructuras de
poder sostenidas sobre los más empobrecidos. Desde el poder político dictador,
hasta los organizadores del templo que lucraban con la fe del pueblo, se
sintieron amenazados y porque no decirlo se sienten amenazados.
Pero bien sabemos que la semilla que muere en el surco, con gratuidad y por
amor al pueblo es la que a su tiempo da los mejores frutos. Ahí está basado el
misterio de la fe cristiana, en la vida, muerte y resurrección de nuestro
Señor. Pero a lo largo de la historia aquel movimiento humano que atraía a las
consideradas cucarachas y los hacía vivir una vida realmente
humana: compartiendo los bienes, la ternura y la oración, ese movimiento
se institucionalizó, volvieron los templos, la jerarquía y la ley. Entonces
unos cuantos empobrecidos quedaron fuera o fueron usados como en otras
estructuras. La causa fue que se metieron dentro de la casa hombres realmente
cucarachas. No como las primeras que buscaban la misericordia, la sanación,
y como otras muchas que todavía las hay en las comunidades. Estas
cucarachas hipócritas se presentan como puros, sanadores, buenos, colaboradores,
hasta quizás dan limosna, por lo tanto se suben al pedestal sintiéndose
mejores que otros, con una actitud de juicio a los que no son de su pensar.
Esto los lleva a apartarse del mundo considerado demoníaco , sus fiestas y
correctas estructuras políticas, gremios
y comisiones. El ego los enceguece, y les alimenta el odio, la mala lengua
descalificativa y pesimista.
Siento que aquel Jesús por medio de sus elegidos y
enviados, por medio de su verdaderos discípulos y discípulas, siguen
viviendo y predicando de tal manera que las verdaderas cucarachas de saco y
corbata, de túnicas blancas, con prestigio y poder social, se inquietan ante
los profetas de hoy. Así como aquel hombre una vez entró al templo y
sacó violentamente a los que usaban la religión para enriquecerse
materialmente y enfrentó a los que se consideraban puros creyéndose
intermediarios entre Dios y los hombres. Hoy en día los profetas de hoy,
con sus imperfecciones son los que ponen el mundo al revés. Acogiendo a los considerados
cucarachas acompañándolos a que se sientan personas, a que tengan un
trabajo, educación, casa, salud más humana, sabiendo que la pobreza mayor no es
la material sino un modo de pensar, que cuando fuimos tratados como cucarachas
por mucho tiempo, esa mentalidad lleva años en sanar y a veces se dará en el
paso generacional.
Hoy mismo Jesús nos invita a abrir los templos,
los patios, los salones, las casas… abrir el corazón, las comunidades, a
sus preferidos y a los que hacen algo con ellos, porque aunque no digan el
nombre de Jesús, quien hace algo por los más empobrecidos lo hace por
Dios. Y a no tener miedo de tomar el látigo de la palabra y decidir expulsar
del templo a las cucarachas que se creen puras, y son sectarias, que se
esconden diciendo:- señor, señor, pero sin reconocerlo en el otro
distinto, más empequeñecido. (Juan 2, 13 - 25)
Aclaracion: cuando
hablo de cucarachas al inicio me refiero con este término al pueblo de Dios tratado mal y pisoteado por los saberes de los fariseos,
sacerdotes, escribas…pero cuando hablo de las cucarachas de hoy invierto todo.
PAZ
Y BIEN
Hna.
Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad
Eclesial Franciscana
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