Reflexión
domingo 15 de marzo 2015
NOS ELEVA
EL VERDADERO AMOR
Juan 3,
14-21
Los discípulos no entendían, cuando
Jesús les decía que iba a ser elevado a lo alto para que todos los
que crean en El tengan vida eterna, porque Él no fue enviado para juzgar
al mundo sino para que el mundo se salve. El sentir de los discípulos era
como el sentir mundano, de que Jesús iba a ser elevado al trono siendo el
nuevo rey.
Jesús sabía que no era entendido y
por lo tanto, que iba a ser abandonado… también les dijo «la luz vino al
mundo y los hombres prefirieron las tinieblas que a la luz porque sus obras
eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor a
que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra
conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que
sus obras han sido hechas en Dios». (Juan 3, 14-21)
Todos hemos sido creados para crecer. Lo distinto es si elegimos crecer desde la luz o desde las tinieblas. Crecer en la luz es reconocerse en verdad, con aciertos y errores. Es saberse en camino, necesitado de los brazos femeninos de Dios que nos acojan mil veces por los penales no acertados. Quien elige este camino de crecimiento, desde su verdad, se relaciona con los demás sabiendo que los otros también tienen aciertos y errores. Con la experiencia sagrada que para seguir creciendo todos necesitamos de unos brazos de madre que nos den la posibilidad de seguir adelante, que nos hagan sentir que a pesar de haber fallado podemos volver a la cancha y seguir jugando.
El que elige vivir desde las tinieblas, vive en un mundo muy confuso, se miente a sí mismo. Generalmente señala al mal fuera de sí, quejándose de las circunstancias y sintiéndose un desdichado. Presentándose ante los demás como un pobre infeliz, o a la inversa se enmascara y dice que todo está muy bien, actuando casi como un súper hombre. En ambos casos no logra relaciones verdaderas y profundas.
Todos hemos sido creados para crecer. Lo distinto es si elegimos crecer desde la luz o desde las tinieblas. Crecer en la luz es reconocerse en verdad, con aciertos y errores. Es saberse en camino, necesitado de los brazos femeninos de Dios que nos acojan mil veces por los penales no acertados. Quien elige este camino de crecimiento, desde su verdad, se relaciona con los demás sabiendo que los otros también tienen aciertos y errores. Con la experiencia sagrada que para seguir creciendo todos necesitamos de unos brazos de madre que nos den la posibilidad de seguir adelante, que nos hagan sentir que a pesar de haber fallado podemos volver a la cancha y seguir jugando.
El que elige vivir desde las tinieblas, vive en un mundo muy confuso, se miente a sí mismo. Generalmente señala al mal fuera de sí, quejándose de las circunstancias y sintiéndose un desdichado. Presentándose ante los demás como un pobre infeliz, o a la inversa se enmascara y dice que todo está muy bien, actuando casi como un súper hombre. En ambos casos no logra relaciones verdaderas y profundas.
Pero
nos eleva el verdadero amor y nos anima
el Espíritu de Dios que sopla en nuestra pobre barca cargada de luchas y penas,
pero rica porque también tiene nuestros sueños, esperanzas y la gran utopía de
una completa liberación de todo aquello que nos oprime. Por eso la reflexión
profunda y el compartir desde el corazón es una de las claves del encuentro:
nos hacemos uno-con-el-otro, para ser un todo complejo, pero unido por las
mismas razones: experimentar el Reino de Dios, el Ivi Maraey (Tierra sin mal) de
los guaraníes. La Esperanza es la fuerza que nos une, nos hace comulgar en las
grandes diferencias y potencia las igualdades. Es Dios que nos llama a unirnos
a discernir la voluntad de Dios para nosotros como comunidad, como Pueblo de
Dios, como Iglesia Peregrina que sabe que vamos caminando en la eternidad y que
vamos construyendo historia en cada decisión que tomamos. La lucha por la
justicia, por los derechos de los más débiles, por la igualdad de
oportunidades, la opción por lo pobres, genera un intercambio de
ideas que se transforman en propuestas y proyectos que nos ponen a todos al
servicio desinteresado de nuestros prójimos. Tumpa-Dios nos llama a servirlo en
el pobre-débil-despreciado-maltratado y hacia allí van nuestros esfuerzos.
Paz y bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad Eclesial Franciscana
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