jueves, 18 de junio de 2015

La vida Clama y Reclama



Reflexión domingo 21 de Junio del  2015
La vida Clama y Reclama
Marcos 4.35-40
Es muy curiosa esta  narración que nos presenta Marcos en la que observamos que Jesús estaba dormido. Es la única vez en los Evangelios que nos describe a Jesús durmiendo. Y en una circunstancia muy especial: en medio de una tormenta, cuando la barca estaba zarandeada por las olas, mientras el viento rugía con fuerza y los apóstoles estaban asustados, con miedo a punto de hundirse en la profundidad del mar.

Me llama la atención el “ambiente” en el que Marcos nos sitúa: en el mar, al anochecer. En un ambiente hostil, adverso, peligroso, caótico, rodeados por las fuerzas que luchan contra la felicidad del hombre. Por otro lado, la “noche” es el tiempo de las tinieblas, de la falta de luz; aparece como elemento ligado con el miedo, con el desánimo, con la falta de perspectivas, desorientación. El “mar” y la “noche” definen una realidad de dificultad, de hostilidad, de incomprensión.
En el “barco” va Jesús y los discípulos. El “barco” es, en la catequesis cristiana, el símbolo de la comunidad de Jesús que navega por la historia.
       Es bueno tener en cuenta: la cercanía de Jesús, la certeza de que navega con nosotros y de que lleva la barca de nuestra vida a buen puerto, no supone la ausencia de dificultades y tormentas en nuestra vida. Jesús no nos dice que estamos libres de ellas. Nos asegura que en las tempestades no estamos solos. Pase lo que pase Él recorre con nosotros nuestra travesía. Dios Habla desde el Corazón de la Tempestad
Pero es muy bueno preguntarnos:
¿QUÉ  APORTO  YO A  LA  IGLESIA?,  ¿MIEDO  O  FE?,
¿PESIMISMO  O  CONFIANZA?,  ¿TURBACIÓN  O  PAZ?
A veces el miedo nos hace no tener claro el rumbo. Nos anima a la confusión, a perdernos en un horizonte de salidas sutiles pero no fecundas. Con Jesús el miedo termina. Estando Él al timón, las amenazas se tornan en oportunidades para vivir una fe madura, dinámica y enriquecedora.
Tempestades, huracanes, los habrá. Con Él a nuestro lado, capitaneando el barco, ya puede pasar lo que pase, no se hundirá nuestro proyecto de vivir como hijos de Dios y hermanos en comunión con todo lo creado.
El Evangelio nos lleva también a preguntarnos:
 ¿QUIÉN LLEVA  EL  TIMÓN  DE MI VIDA?
¿HACIA DÓNDE VOY?
Marcos nos invita a tomar conciencia de la condición misionera de nuestra comunidad, cuya  tarea es la de ir al encuentro de los hombres prisioneros del egoísmo, para presentarles la Buena Nueva de la liberación. Como discípulos de Jesús no podemos  quedarnos cómodamente instalados en nuestros  espacios seguros y protegidos, defendiéndonos  de los peligros del mundo y alejados de los problemas y necesidades de los hombres; sino que tenemos  que ser una comunidad comprometida en la transformación del mundo, que se preocupa por llevar a los hombres, a todos los hombres, sobre todo a los pobres y marginados, con palabras y con gestos la propuesta liberadora del Reino. Tenemos que abrirnos y estar donde LA VIDA  CLAMA Y RECLAMA esperanza…
Dios, pues, no es indiferente o ajeno a nuestro vivir. Con su Providencia callada acompaña nuestros pasos.

Dios camina con nosotros. Quizás necesitamos confiar más en Él, hacerle más sitio y darle más protagonismo en nuestras vidas, y no dejarlo olvidado en un rincón como una especie de adorno.
No olvidemos nunca: no estamos solos en la vida. Dios escucha siempre el clamor de su pueblo. Tenemos que aprender a escuchar a Dios donde la vida clama y reclama.

Paz y bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad  Eclesial  Franciscana




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