Reflexión
domingo 9 de agosto 2015
EL CAMINO PARA CREER
EN JESÚS
Juan
6,41-51
En el evangelio de hoy, Jesús se dirige a
personas que buscan la felicidad, que buscan una vida plenamente realizada en
Dios, pero que no acaban de creer en Él en su mensaje. Jesús les resulta
demasiado familiar como para creer que en Él hay algo divino. Lo divino,
piensan, debería ser extraordinario, por eso siguen esperando signos y
portentos. Pero están buscando a Dios donde nunca lo encontrarán, y esto muchas
veces no suele pasar creemos conocerlo o estar con Él solo porque “practico”
yendo a misa, yo siempre creo que el ir a oír misa es participar y alimentar en comunidad nuestra fe, pero ser un cristiano practico es
vivir lo que Jesús nos va diciendo en cada uno de sus evangelios pero más concreto
es vivir lo que nos dice en (Mt 25) cuando estuve enfermo, en la cárcel,
desnudo, hambriento…y cuando lo hicieron con ellos lo hiciste conmigo dice
Jesús…para que veamos es muy claro Jesús.
Las palabras de Jesús nos invitan a vivir una
experiencia diferente. La conciencia no es solo el lugar recóndito y
privilegiado en el que podemos escuchar la vos de Dios. Si en lo íntimo de
nuestro ser, nos sentimos atraídos por lo bueno, lo hermoso, lo noble, lo que
hace bien al ser humano, lo que construye un mundo mejor, fácilmente nos
sentiremos invitados por Dios a sintonizar con Jesús. Es el mejor camino para
creer en él.
El
pan de vida es Jesús, que se da en la eucaristía, en el pan y la Palabra cuando
son acogidos desde la fe. Confiando en Jesús, creyendo en Él, ya vivimos una
vida nueva plena y eterna.
Pero aún
nos cuesta creer o entender, comprender el misterio que se hizo carne:
El pan de vida llega a
la tierra con forma de bebé, como uno de los nuestros, pequeño, débil, sin
hacerse notar. Viene en los brazos del Padre y se convierte en el alimento
verdadero para una humanidad que tiene hambre de Dios, de pan, de sentido, de
plenitud.
Esta cesta de pan no la
reconocen aquellos que esperan plenitud en el brillo de lo fugaz y en la
superficialidad de lo que no tiene raíz ni fundamento.
El pan de vida nos
alimenta para siempre, nos hace hermanos, nos convierte en pan. El pan de vida
sabe a horno, hogar, leña, chimenea y comida compartida.
El choque es inevitable. Jesús y los “judíos” se
mueven a niveles diferentes. Jesús invita a los que les siguen a crecer, a
levantarse, a ser libres, a vivir.
Paz y bien
Hna. Esthela
Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad
Eclesial Franciscana
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