Reflexión domingo 1 mayo 2016
Era necesario dejar claro
lo fundamental…
Juan 14,23-29
Al leer el evangelio de hoy, me quedé pensando
acerca del lenguaje y su evolución. Incluso en la distinción entre una lengua
muerta y otra viva. Y si pensamos en nuestro idioma, como muchos otros, a
medida que pasa el tiempo va evolucionando, cambiando, adaptándose al momento
histórico que viven los que lo hablan. Por esto, tengamos presente el lenguaje, la palabra, su
vida y evolución.
Seguimos con las crónicas de la última cena de
Jesús. Evidentemente la charla fue amena y larga, aunque pareciera que el
monólogo del Nazareno fue extenso. Era necesario dejar claro lo fundamental. Y en
este caso Cristo se refiere al amor y fidelidad a la Palabra que él ha
pronunciado y enseñado. Y para que no se inquieten los discípulos les dice que
el Espíritu Santo, cuando él mismo ya no esté, será quien les enseñe y recuerde
lo que escucharon de su boca. No hacía falta anotar o grabar los discursos,
sólo amar a Jesús, para saber lo que él quiere de nosotros.
Al mismo tiempo, sabemos que siempre hubo, y seguirá
habiendo, mediaciones. Son necesarias para tomar contacto con Dios, por
ejemplo. Son signos o símbolos que nos abren a una relación interpersonal con
el Señor. Ya en tiempos de Jesús, los judíos se valían de ellas para hacer viva
la presencia de Yahvé. Tenían el templo, y antes de eso estaba la tienda con la
columna de nube donde entraba Moisés y tenía revelaciones de parte de Dios.
También utilizaban los sacrificios de animales como forma de expiar pecados y
agradar al Señor. Todo mediaba entre Dios y los hombres. Y esto tiene tal peso
que, según vemos en la primera lectura de este fin de semana, surge un problema
entre los nuevos seguidores de Cristo. A Pablo y Bernabé los tenemos
discutiendo acerca de si hay, o no, que circuncidarse, como forma de señalar
quién es de Dios.
En nuestro caso también tenemos diferentes modos,
formas y acciones que nos facilitan el contacto con la divinidad. Podríamos
pensar en los templos, las imágenes, los santos, la misa, y todo lo que
encierra a la devoción popular de nuestros pueblos y más medios que nos valen
para estar en presencia de Dios. Son canales, mediaciones, para tener contacto
con Dios.
Hoy
Jesús nos habla de su Palabra y de ser fieles a ella por amor a él. Y, a mi entender, ésta es
mucho más que unas normas, preceptos y mandatos dados por Dios. Es símbolo de un lenguaje vivo, no estático, que evoluciona y
puede encarnarse en cada uno de nosotros. Esto no lo podemos perder de
vista. Mayormente cuando queremos una Iglesia renovada, actualizada, nueva en
formas y tiempos.
Nuestros símbolos, nuestros templos por ejemplo, nos
tienen que servir para encontrar a Dios, pero no dejan de ser estáticos. El
mismo adjetivo podemos poner a otros ritos que hacen a nuestra forma de culto.
Y con esto no los tildamos de malos u obsoletos. Son, seguramente, válidos y
útiles a la hora de conectarnos con Dios. No abogo en contra de ellos, pero no podemos perder de vista la propuesta de Cristo: Ser
fieles a su Palabra. La cual es signo de vida, actualización y movimiento.
Vivir fieles a la Palabra nos supondrá
vivir desde el Espíritu prometido por Jesús. Aquél es quien posibilita salir de lo estático. Él
es quien nos recordará lo esencial, lo que Jesús enseñó y lo que quiere de
nosotros. Es nuestra única posibilidad de hacer las cosas siempre nuevas, desde
Dios. Y de esta forma, desde la Palabra, el Espíritu Santo, seremos capaces de
dar respuestas a los cuestionamientos y problemas del hombre de hoy. Así como
lo hizo Jesús en su tiempo con los suyos.
Hay que tener cuidado y no creer que amar a Dios es
sólo acudir al templo y cumplir con ciertas normas y prácticas religiosas. Eso
es estático. Amarlo es hacernos uno con el Espíritu, el cual, al recordarnos la
Palabra, nos vuelve lengua viva capaz de curar, sanar y crear en el nombre de
Jesucristo. Así hacemos de nuestra realidad una vida, un mundo, una sociedad
siempre nueva. De Dios. Teniendo la certeza que Él está siempre con nosotros y
que nos dejó su PAZ por esto no debemos defraudarlo…nos dejo todo.
Paz y
bien
Hna. Esthela
Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad
Eclesial Franciscana