Reflexión domingo 17 abril 2016
ESCUCHAR LA VOS DE DIOS…
Juan 10, 27 – 30
Este
texto tiene varios matices interesantes, por eso les invito a ir un poquito
atrás para ver el texto más completo, en realidad empieza en el versículo 22,
ubiquemos el lugar y los personajes que rodean a Jesús; entonces entremos en
el:
La escena es tensa y conflictiva.
Jesús está paseando dentro del recinto del templo. De pronto, un grupo de
judíos lo rodea acosándolo con aire amenazador, ¿hasta cuando nos tendrás en
suspenso? Si eres el Mesías dilo abiertamente, Jesús no se intimida, sino que
les reprocha abiertamente su falta de fe: «Ustedes no creen
porque no son ovejas mías». El evangelista dice que, al terminar de
hablar, los judíos tomaron piedras para apedrearlo, claro que si seguimos un
poco más el texto más allá del versículo 30 de juan.
Para probar que no son ovejas suyas,
Jesús se atreve a explicarles qué significa ser de los suyos. Sólo subraya dos rasgos, los más esenciales
e imprescindibles: «Mis ovejas escuchan mi voz... y me siguen». Después
de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial
para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos.
Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho
más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos
cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su
frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios. En esta Iglesia vieja de
veinte siglos hemos de hacer correr el agua fresca de Jesús.
Si no queremos que nuestra fe se vaya
diluyendo progresivamente en formas decadentes de
religiosidad superficial, en
medio de una sociedad que invade nuestras conciencias con mensajes, consignas,
imágenes, comunicados y reclamos de todo género, hemos de aprender a poner en
el centro de nuestras comunidades la Palabra viva, concreta e inconfundible de
Jesús, nuestro único Señor.
Pero no basta escuchar su voz. Es
necesario seguir a Jesús. Ha llegado el momento de decidirnos entre
contentarnos con una "religión burguesa" que
tranquiliza las conciencias pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la
fe cristiana como una aventura apasionante de seguir a Jesús.
La aventura consiste en creer lo que
él creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano
como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se
acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él
confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se
enfrentó.
Si quienes viven perdidos, solos o
desorientados, pueden encontrar en la comunidad cristiana un lugar donde se
aprende a vivir juntos de manera más digna, solidaria y liberada siguiendo a
Jesús, la Iglesia estará ofreciendo a la sociedad uno de sus mejores servicios.
Según Jesús, «Dios supera a todos».
Que nosotros estemos en crisis, no significa que Dios está en crisis. Que los
cristianos perdamos el ánimo, no quiere decir que Dios se haya quedado sin
fuerzas para salvar. Que nosotros no sepamos dialogar con las personas, no
significa que Dios ya no encuentre caminos para hablar al corazón de cada
persona. Que las gentes se marchen de
nuestras Iglesias, no quiere decir que se le escapen a Dios de sus manos protectoras.
Dios es Dios. Ninguna crisis religiosa y ninguna mediocridad de la iglesia podrán
«arrebatar de sus manos» a esos hijos e hijas a los que ama con amor infinito.
Dios no abandona a nadie. Tiene sus caminos para cuidar y guiar a cada uno de
sus hijos, y sus caminos no son necesariamente los que nosotros le pretendemos
trazar."
Sigamos pues,
celebrando el triunfo de nuestro Señor, hoy en la imagen singular del Pastor
que es el Dios de la vida, para que todos tengamos vida en abundancia.
Paz y bien
Hna. Esthela Nineth
Bonardy Cazón
Fraternidad Eclesial
Franciscana
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