Reflexión domingo 29 mayo 2016
Amor en ejercicio
Lucas 9.11b-17
Antes de situarnos en el tema de este domingo es bueno recordar que,este
jueves después de Pentecostés y de la santísima Trinidad es dedicado a celebrar
este aspecto de la figura de Jesucristo, que ha sido considerado muy importante
en el pasado. Diríamos que para la sensibilidad moderna, ambas fiestas o
celebraciones han perdido no sólo brillantez, sino también sentido, en buena
parte.
Por ejemplo: resulta que celebramos a Jesús como Sumo Sacerdote, pero
caemos en la cuenta de que realmente él no fue ni Sumo Sacerdote, ni siquiera
sacerdote, sino un simple laico, un laico además mal visto por el Templo y con
malas relaciones con el sacerdocio, y que finalmente fue condenado por los
sumos sacerdotes. ¿No hay ahí una contradicción? ¿Basta decir que Jesús es
sacerdote «de otra manera», «en otro sentido»?
El texto de Lucas nos dice dónde está la clave de
la tradicional fiesta del Cuerpo del Señor.
La clave es la multiplicación de los panes, a
partir de lo que tenemos. Ahí está presente Jesús y nosotros participamos de su
vida al compartir lo que tenemos. Es el modo de anticipar el modelo de sociedad
(reino de Dios), donde reinará la fraternidad y la solidaridad de todos con
todos.
La Eucaristía es el sacramento, significación
de esta vida fraterna y solidaria, que tenemos que construir con Jesús.
De vuelta de la misión, Jesús lleva a sus discípulos
a un lugar solitario, para estar juntos y para orar. Pero la gente que le
sigue, se lo impide. Jesús les acoge con bondad y les expone el modelo de
sociedad alternativa (el reino de Dios).
Jesús no se limita a hablar. Se implica en la vida
de la gente, dando todo lo que puede, para llevarles un poco más de felicidad.
Aquí está el verdadero secreto de la multiplicación
de los panes: compartir lo que se tiene, ofrecer lo que uno tiene a los que
carecen de todo.
El Padre lo multiplica, es decir, la justicia se
extiende y la solidaridad acaba satisfaciendo a todos.
Estamos ante un relato muy simbólico. Los números
así lo
indican:
· 5 panes y 2 peces = 7, la totalidad del alimento de
que dispone la comunidad.
· 5.000 hombres/grupos de 50: refleja la idea del
pueblo de Dios Es una referencia a los grupos proféticos del AT, formado por 50
hombres adultos (1Re 18,4.13).
· El número 12 (los cestos recogidos) significa el
pueblo de Israel, los 12 apóstoles: compartiendo se saciará el hambre del
pueblo entero.
En lugar de una descripción del milagro, hay
una descripción de la función de Jesús, como padre de familia que preside una
comida, el cual al comienzo solía hacer una oración de alabanza y acción de
gracias
Con todo, parece probable que hay una alusión a la
Eucaristía en la fórmula usada: “Jesús tomó los cinco panes, levantó
los ojos al cielo,…”
Todavía en tiempos no muy remotos, había una gran
insistencia en la presencia de Jesús Sacramentado en el pan y el vino
consagrados. Se nos recomendaba visitar a menudo a Jesús Sacramentado.
Hoy, los cristianos haríamos bien en recuperar un
poco del fervor de otros tiempos, recordando a menudo, que no estamos solos,
porque el Señor nos acompaña y nos alienta.
Pero, como sabemos, hay otras
presencias de Dios. Y así decimos que Dios se nos comunica en su Palabra,
cuando la escuchamos con un corazón abierto. Dios está también presente en la
Comunidad reunida en su nombre. Y está presente, sobre todo, en el hombre. Esta
es la peculiaridad que distingue al cristianismo.
Hoy es el día del amor fraterno. Hoy podemos hacer
nosotros el milagro de la multiplicación de los panes, compartiendo lo que somos
y tenemos con aquellos que carecen de todo.
Hubo un tiempo en que el fervor de un creyente se
medía por el número de misas que oía cada día. Hoy, se mide por la capacidad de
compartir que tiene, es decir, por el amor en ejercicio.
Esa es la gran señal de una Iglesia llamada a ser reino de Dios, sociedad
alternativa.
Paz y Bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad Eclesial Franciscana