domingo, 18 de junio de 2017

La manífestación más sublíme del amor...

Reflexión domingo 11 de junio 2017
La manifestación más sublime del amor…
Juan 3,16-18:


En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo:
-Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. Palabra del Señor
 
La fiesta de la Santísima Trinidad. No es solamente una fiesta de admiración, de contemplación, de celebración. Es, sobre todo, una fiesta de compromiso. La Trinidad es el misterio de un Dios Poderoso. Es el prodigio de un Dios que es familia. Es el portento de un Dios solidario, que se compromete con el hombre. Es la manifestación más sublime del amor.

Algunos apóstoles todavía estaban confundidos, vacilaban. No sabían a que atenerse. ¿En que iban a quedar las enseñanzas de Jesús a lo largo de tres densos años de convivencia con sus apóstoles?

Antes habían recibido las enseñanzas, ahora reciben el poder. A partir de ahora pueden hacer discípulos, bautizar, enseñar, evangelizar. No, por supuesto, en nombre propio, sino en el del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

La Santísima Trinidad es Vida en comunión.
La Santísima Trinidad es Santidad compartida.
La Santísima Trinidad es Dios por nosotros.
La Santísima Trinidad es Dios en nosotros.
La Santísima Trinidad es Manifestación de Amor eterno.
La Santísima Trinidad es Misterio de Solidaridad.
La Santísima Trinidad es Modelo de Unidad.
La Santísima Trinidad es Familia divina.
La Santísima Trinidad es Comunión de Personas.
La Santísima Trinidad es Creación portentosa.
La santísima Trinidad es Redención perpetua.
La Santísima Trinidad es Santificación sin medida.
La Santísima Trinidad es Don, es Fruto, es Sello.

El mandato de Cristo sigue vigente: “vayan y hagan que todos sean mis discípulos en el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. La tarea es ingente. Mientras el Espíritu del mal actúa sin descanso, muchos creyentes viven adocenados, postrados en su comodidad, olvidando el que el Reino de Dios sufre violencia.

El compromiso  del cristiano no se termina salvando la propia vida, sino proyectando toda nuestra generosidad a favor de los demás. Todos tenemos que ser apóstoles, testigos, misioneros si queremos seguir a Cristo con fidelidad.

Cristo sigue vivo, presente en nuestras vidas. Está siempre con nosotros. Con una sola condición: que le abramos de par en par las puestas de nuestra vida y que no tengamos miedo.
Paz y bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazon

Fraternidad Eclesial Franciscana

No hay comentarios:

Publicar un comentario