sábado, 24 de junio de 2017

Nuestra vida está inserta en el corazón del Padre...

Reflexión domingo 25 de junio 2017
Nuestra vida está inserta en el corazón del Padre…
Mateo 10, 26-33
26 »Así que no les tengan miedo; porque no hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. 27 Lo que les digo en la oscuridad, díganlo ustedes a plena luz; lo que se les susurra al oído, proclámenlo desde las azoteas. 28 No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.[a] Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.[b] 29 ¿No se venden dos gorriones por una monedita?[c] Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; 30 y él les tiene contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza. 31 Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.
32 »A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. 33 Pero a cualquiera que me desconozca delante de los demás, yo también lo desconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. Palabra del Señor…
No podemos negar que los tiempos que corren no son fáciles para la Iglesia. De hecho, un sector importante de ella, se lamenta con frecuencia del impacto que están teniendo el relativismo, la laicidad y el secularismo como tendencias que quieren sacar de la esfera de lo público el componente religioso reduciéndolo a la esfera de lo privado. Pero hay otra mirada sobre el mismo fenómeno. Cuando vivía en Bolivia, y este tema salía en los agradables encuentros que manteníamos con un sacerdote franciscano fenomenal, solíamos coincidir en la percepción de que aquellas tendencias, lejos de arrinconar a la Iglesia, son una iniciativa para sacar lo mejor de ella y volver a ser la Iglesia de Jesús; una Iglesia que, centrada en el Evangelio, no entra en la pugna por las cuotas de poder o por su impacto numérico en el mundo sino por la autenticidad de sus integrantes y su entrega, sin límite, a favor de la construcción de un mundo más humano, inclusivo y con rostro de misericordia…también esto se hace posible desde la responsabilidad compartida, la organización, el compromiso que nos instalan desde el evangelio…
Es innegable la dificultad de los tiempos modernos, pero más innegable es la vigencia de las palabras de Jesús hoy: “No tengan miedo”. Nuestra vida está inserta en el corazón del Padre y, nada ni nadie, nos podrá apartar de su amor. Cuando vienen los vientos contrarios el discípulo de Jesús no huye, permanece atento y en el tajo porque se sabe acompañado de su Maestro y reforzado por la presencia de la comunidad. Los tiempos difíciles, insisto en la idea del párrafo anterior, lejos de hacernos sentir víctimas de un sistema que nos quiere “arrinconar”, hace que surjan hombres y mujeres con talante de constructores del Reino, desde la sencillez, la humildad y la misericordia como señales de identidad.
Desde la certeza de la cercanía de Jesús, los invito a reflexionar sobre tres miedos que, humildemente creo, debemos empezar a vencer de tal manera que lo que se nos ha dicho en la oscuridad lo digamos a la luz del día y lo que se nos ha dicho en secreto lo proclamemos desde las azoteas de nuestras casas.
Miedo a la profundidad. No quiero quitar ningún mérito a los esfuerzos que, para mantenernos unidos en una sociedad cada vez más global, hacen las redes sociales. Sin embargo, es importante advertir que corremos el peligro de caer en el mercado de la banalidad y en la cultura de lo efímero cuando quedamos satisfechos y creemos que la tarea de anunciar el mensaje del Evangelio está cumplida cuando enviamos un Tuit,  whatsapp o subimos un post a Facebook o Instagram. Ante la sed de sentido de muchas personas creo que vale la pena vencer el miedo a dar mensajes de profundidad y a dedicar largas horas de conversación y acompañamiento que permitan afianzar los procesos de crecimiento personal y en la fe de las personas que acuden a nosotros. Las redes sociales son, sin duda, una puerta de entrada pero no nos podemos quedar en la puerta…también me avergüenza cuando algunos sacerdotes en sus homilías no profundizan el evangelio se van por las ramas, los invito a que le den un poco más de tiempo a la reflexión del evangelio y verán y sentirán que han sembrado la semilla…

Miedo a la denuncia profética. La imagen de una Iglesia que se oponía a todo, sobre todo cuando se tocaban sus intereses, resultaba un poco antipática para muchos. Con Francisco a la cabeza, la Iglesia está haciendo grandes esfuerzos por ser una comunidad en salida y por dejar de mirarse a sí misma como víctima de las tendencias que buscan arrinconarla. Con Francisco –no niego que antes se hiciera- se ha puesto en evidencia la denuncia profética como un valor de la Iglesia de Jesús. No nos ha de temblar la voz, aunque vengan vientos de persecución, al denunciar los atropellos que sufren cientos de miles de hombres y mujeres en el mundo. Los denunciamos con independencia de la raza, la orientación sexual, la condición política o la religión de las víctimas. Los gritos de auxilio de las personas que los mercenarios de la muerte y los líderes de una economía que mata están dejando a la vera del camino no nos pueden dejar impasibles. Tampoco nos ha de temblar la voz para denunciar aquellas estructuras y personas que desvirtúan el ejercicio de la política convirtiéndolo en un peldaño para la búsqueda de intereses ajenos al bien común del conjunto de los ciudadanos.

Miedo a optar por los últimos. Hablar de los pobres está bien pero no es suficiente. Optar y dejarse la piel por ellos sí que es importante. En esta categoría de los últimos no solo aparecen los pobres, están también aquellas personas que, como institución, no hemos atendido de la mejor manera. Aunque redoblen las críticas, algunas veces internas y fuertes, no debemos tener miedo a establecer puentes de diálogo con los que piensan distinto, sienten diferente o se acercan a la verdad desde otras creencias. El diálogo interreligioso, el diálogo con la realidad de la diversidad sexual, el diálogo con los que piensan la familia desde modelos diferentes, etc. no se puede anatematizar, es necesario y urgente.

No tengamos miedo a los que pueden dañar nuestro cuerpo sino a los que nos pueden robar el alma…
Paz y Bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad Eclesial Franciscana


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