Reflexión domingo 13 de septiembre 2015
Marcos 8,27-35
El evangelio nos presenta un momento
determinante de la vida de Jesús en que debe plantear a los suyos, las razones
de su identidad para el seguimiento. Desde que se han unido a
él, viven interrogándose sobre su identidad. Lo que más les sorprende es la autoridad
con que habla, la fuerza con que cura a los enfermos y el amor con que ofrece
el perdón de Dios a los pecadores. Para Jesús es fundamental que los que se han comprometido con su
causa, reconozcan el misterio que se encierra en él. Si no es así, ¿quién
mantendrá vivo su mensaje? ¿Qué será de su proyecto del Reino de Dios? ¿En qué
terminará aquel grupo que está tratando de poner en marcha?
Este
evangelio nos presenta un interrogante comprometedor, ha llegado el
momento de preguntar si saben quién es Él realmente y Sin rodeos Jesús les
pregunta a sus discípulos ¿Quién dice la gente que soy yo? Y empezaron a tirar nombres, y Pedro, recogiendo las experiencias
que han vivido junto a él hasta ese momento, le responde en nombre de todos: «Tú
eres el Mesías».
También nos hace hoy esta pregunta a nosotros,
¿Sabemos quién es Jesús de Nazaret?
Nosotros, igual que Pedro, podemos contestar: “Tú eres el Mesías”. Pero,
¿estamos convencidos?
Decirlo es fácil pero practicar y vivir
como él lo hizo, ya no es tan fácil. Por eso debemos profundizar en nuestra fe,
en su seguimiento. Jesús no habla con dobleces, sino que es totalmente
sincero, sabe que seguirlo nos acarreará problemas igual que le ocurrió a Él.
Por eso no es fácil seguir a Jesús, porque
no se trata de vivir un culto, sino de algo más profundo: tener fe.
Todos tenemos la misma tentación de Pedro,
tentación humana: apartarnos del camino de Dios.
Jesús recalca las palabras para que todos
las oigan y las tengan claras: “Quién quiera seguirme, que se niegue a sí
mismo, que cargue su cruz y me siga”. No obliga a nadie a seguirlo, el
seguimiento es libre, voluntario, pero si decidimos hacerlo tenemos que ser
coherentes, ser responsables y serios con la decisión que tomemos.
Seguir
a Jesús no es vivir a medias tintas, sino vivir implicados en la construcción
de la justicia, la paz y la construcción de un mundo más justo y humano.
Jesús estaba tan identificado con su Padre y
su voluntad salvadora que le fluían las palabras de una manera transparente y
directa… Hablaba de su Pasión como la cosa más natural, como de algo que estaba
en el “programa” y que había que vivir hasta las últimas consecuencias…
Es por eso que la “valentía” de Pedro se
quedó oscurecida ante la contundente respuesta de Jesús: “¡Apártate de mí,
Satanás, pues tú piensas como lo hombres, no como Dios!”
Es por eso que todos llevamos un “Pedro” que
alguna vez grita allá dentro: “¿Y por qué me tienen que ocurrir a mí estas
cosas? ¿Precisamente a mí, que soy tan bueno, voy al templo cuando “puedo” y
hago alguna limosnita por ahí y colaboro en alguna acción benéfica? ¿A mí, que
no robo ni mato, soy honrado y no me meto con nadie?” Pues mira, no se me
ocurre otra cosa que copiarte el versículo 34 del cap. 8 de Marcos: “Si alguien
quiere venir en pos de mí, Que se niegue sí mismo, tome su cruz y me
siga” muchas veces es necesesario hacer siliencio o entrar en el silencio, como nos cuesta callar...tenemos que pedir al Espiritu santo que nos ilumine siempre.
Este evangelio de hoy es muy importante tengámoslo
en cuenta nos ayudara a vivir y a superar las realidades de la actualidad…
Paz y bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy cazón
Fraternidad Eclesial Franciscana
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