sábado, 16 de junio de 2018

La misión de dar esperanza...



Reflexión domingo 4 de febrero 2018
La misión de dar esperanza…
 Marcos 1,29-39
    Para una cierta parte de la humanidad, aquellos a los que les ha tocado la peor parte, ésta es su experiencia básica de la vida. Pero ni siquiera a los que les ha tocado la mejor parte están exentos de dolores y sufrimientos. Y al final la muerte iguala a todos. Sin piedad. Sin contemplaciones. 
      Desde esta experiencia, tan profundamente humana, el paso de Jesús es una especie de alivio infinito, de consolación, de gozo para el alma. No es de extrañar que los que tuvieron la oportunidad de encontrarse directamente con Jesús, o sencillamente de conocer su existencia, se acercasen a él con la esperanza de que les curase de sus dolencias. De todas sus dolencias. De las del cuerpo y de las del alma, que no se sabe cuáles duelen más. 
      Jesús cogió la mano de la suegra de Simón y la curó. Más tarde, quizá enterados de lo sucedido, fue una multitud de enfermos los que se agolparon a la puerta de la casa donde estaba hospedado Jesús. Todos esperaban ser curados. Todos vieron confirmadas sus esperanzas. Y el demonio del mal les abandonaba para siempre. La gente estaba desesperada pero por fin habían encontrado a alguien que los liberaba del mal. El mismo Jesús tiene conciencia de que esa liberación del mal es parte fundamental de su misión. Quiere llegar a todos. “Vámonos a otra parte, que para eso he venido”. 
      Hoy somos nosotros esa presencia salvadora de Dios en el mundo. Ha puesto en nuestras manos la misión de dar esperanza y vida a los hombres y mujeres de nuestro tiempo que viven agobiados por el dolor, la pobreza o la injusticia. Hoy los cristianos tenemos que decir con Pablo (segunda lectura): “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!”
Paz y bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazon
Fraternidad Eclesial Franciscana


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