Reflexión domingo 26 de abril 2015
PASTORES CON CORAZON
UNIVERSAL
JUAN 10,11-18
Cuando niños nos asustábamos con el hombre lobo
que salía los viernes de luna llena.
Cuando
adultos nos interesa la realidad,
comprobamos que hay más de un hombre lobo que vive de la sangre y de la carne
de seres humanos. Ellos habitan entre nosotros, algunos cubiertos de piel de
oveja, detrás de un servicio, de una iglesia, de un puesto público y otros con
descaro muestran su soberbia egoísta. Hay muchas personas que les tienen miedo
ya sea porque dependen económicamente, por estar preocupados por salvar su vida
o por tener una psicología de oprimido.
Jesús se presenta en el texto bíblico como el buen pastor que enfrenta al lobo, ofreciendo su vida en bien del rebaño más débil. El trabajador que sólo piensa en SU salario huye del lobo, no lo enfrenta, permitiendo que se disperse y se coma a los demás.
El buen pastor cuida de su rebaño e incluso se preocupa por el bien de otro rebaño. Porque su espiritualidad está fundada en creer que Dios es el Padre de de la Vida y toda vida es nuestra hermana, por lo tanto la debo defender. (Juan 10, 11-18)
Jesús se presenta en el texto bíblico como el buen pastor que enfrenta al lobo, ofreciendo su vida en bien del rebaño más débil. El trabajador que sólo piensa en SU salario huye del lobo, no lo enfrenta, permitiendo que se disperse y se coma a los demás.
El buen pastor cuida de su rebaño e incluso se preocupa por el bien de otro rebaño. Porque su espiritualidad está fundada en creer que Dios es el Padre de de la Vida y toda vida es nuestra hermana, por lo tanto la debo defender. (Juan 10, 11-18)
El hombre de hoy rechaza con desdén el papel de
oveja y la idea de rebaño, pero no se percata de que está completamente dentro.
Uno de los fenómenos más evidentes de nuestra sociedad es la masificación. Nos
dejamos guiar todo tipo de manipulación y de persuasión oculta. Otros crean
modelos de bienestar y de comportamiento, ideales y objetivos de progreso, y
nosotros los seguimos; vamos detrás, temerosos de perder el paso, condicionados
y secuestrados por la publicidad. Comemos lo que nos dicen, vestimos como nos
enseñan, hablamos como oímos hablar, por eslogan. El criterio por el que la
mayoría se deja guiar es por una falta
de identidad.
Cristo nos propone hacer con Él una
experiencia de liberación. Pertenecer a su rebaño no es caer en la masificación,
sino ser preservados de ella. «Donde está el Espíritu del Señor, allí está la
libertad» (2 Corintios 3, 17), dice San Pablo. Allí surge la persona con su
irrepetible riqueza y con su verdadero destino. Surge el hijo de Dios aún
escondido, del que habla la segunda carta de este domingo: «Queridos, ahora
somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos».
… Un pastor
a la manera de Jesús no genera sectas ni grupos privados, es de mente y corazón
abiertos para hacer posible que todas las personas que se sienten llamadas a
ser acompañadas por él tengan un espacio. Hoy en día, esta actitud la
traducimos en la capacidad de diálogo y en la capacidad de entender que el
mundo en que vivimos es cada vez más plural. Un pastor unidimensional, que solo
acompaña a los de su “línea” o que divide el mundo en buenos y malos corre
el riesgo de dejar por fuera a muchos de los que el Señor le ha
encomendado. Tener la actitud de Jesús nos
hace ser: Pastores con corazón universal.
Quien sólo
ve dinero en su trabajo, siempre estará insatisfecho porque no hay salario que
pueda dar sentido pleno a la vida. Además si su objetivo es solamente material
está en una posición de «tener precio» que con más o menos se lo puede comprar
o corromper. Por dinero se aparta de su rebaño, de su gremio, de su familia, de
sus ideales, de su fe poniéndose del lado del lobo que puede ser un patrón
contra sus empleados o un obrero contra la empresa.
Bendito todo trabajador que siente su espacio de trabajo como su familia y está dispuesto a cumplir sus obligaciones de la mejor manera posible y está dispuesto a defender a los más débiles cuando sufren injusticias o amenazas. Los hay en el ámbito público como privado, los hay gremialistas y empresarios.
Bendito todo trabajador que siente su espacio de trabajo como su familia y está dispuesto a cumplir sus obligaciones de la mejor manera posible y está dispuesto a defender a los más débiles cuando sufren injusticias o amenazas. Los hay en el ámbito público como privado, los hay gremialistas y empresarios.
No puedo
dejar de lado hoy donde oramos por las vocaciones, entonces tenemos que tener en
cuenta que. Hay
personas en distintas profesiones y vocaciones que «libremente»
renuncian a algunos privilegios para entregar su vida, sus saberes, sus bienes
con personas que no son de su familia de sangre, ni de su clase social, transformándose
en un palo en la rueda de las «organizaciones vampiras, que sangran al pueblo».
Y como no creer que hoy en día hay
otros y otras que al igual que San Francisco de Asís y Santa Clara de Asís, cuando
por fuera se lo veía continuar en sus fiestas dedicado a sus familiares y
amigos, por dentro algo se estaba gestando en amor hacia los excluidos.
Unos elegirán morir como asalariados, conociendo el mundo y siendo reconocidos por él, dejando herencias materiales. Y otros elegirán dejarse llevar por la suave briza, que sopla contra corriente en descenso, por el camino angosto, no entendible, que en su momento ni siquiera la misma Iglesia lo reconoce.
Que nos dejemos llevar por el Espíritu que movió a educadores, trabajadores de la salud, padres, misioneros... ese Espíritu que nos llama y espera en el rebaño más amenazado.
Unos elegirán morir como asalariados, conociendo el mundo y siendo reconocidos por él, dejando herencias materiales. Y otros elegirán dejarse llevar por la suave briza, que sopla contra corriente en descenso, por el camino angosto, no entendible, que en su momento ni siquiera la misma Iglesia lo reconoce.
Que nos dejemos llevar por el Espíritu que movió a educadores, trabajadores de la salud, padres, misioneros... ese Espíritu que nos llama y espera en el rebaño más amenazado.
Paz y Bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad eclesial Franciscana