Reflexión
domingo 19 de abril 2015
MIREN, SOY YO…
Lc 24,35-48
El evangelio de hoy nos invita a estar atentos a los acontecimientos de Dios en nuestras vidas, intentaremos recorrer nuestras experiencias a la luz del evangelio.
El camino de Emaús se transforma así en símbolo de nuestro camino de fe:
las Escrituras y la Eucaristía son
los elementos indispensables para el encuentro con el Jesús, lo cual nos fortalece haciéndolo practico el encuentro
con el herman@.
Jesús se vuelve a presentar nuevamente,
en medio de sus discípulos, cuando se encontraban comentando precisamente sobre el encuentro
que tuvieron con Él. . Es de
notar que al entrar de improviso y ponerse entre ellos, todos se sobresaltan.
Es que lo ven, es extraordinario. Es algo de lo que no tenemos registro ni
antes ni después. Es algo ÚNICO. Nada en esta vida nos prepara
para ello. Jesús se presenta “deseándoles la
paz” La resurrección de Jesús y su aparición en figura
corporal es cosa que sobrepasa la capacidad de comprensión humana. Ni siquiera
viendo y oyendo su saludo de paz logran los discípulos convencerse de que es él,
por eso "Abrir el entendimiento" significa comprender que todo el
camino de Israel recibe su sentido al culminar en la pasión y pascua de Jesús.
Por eso es
comprensible el miedo de los discípulos, como es comprensible nuestro miedo a
creer que Jesús ha resucitado y con Él nosotros. Frente a ese miedo sólo queda
la confianza en que Dios puede hacerlo todo nuevo.
Están
y estamos con dudas en nuestro interior, no es algo nuevo, ellos y nosotros en
nuestro proceso acumulamos dudas sobre lo que aquel hombre hacía y decía, sobre
sus compañías, sus bienaventuranzas, el tocar a los leprosos, hacer cosas
prohibidas (en sábado).
Después su miedo se tornó en asombro. Se llenaron de alegría al
descubrirlo ahí, entre ellos. Esa es la
alegría de aquellos que aceptan dedicar
su vida por el Reino. Ellos ya están participando de esa vida que tanto les
había hablado de Jesús y que sólo después de la experiencia pascual pudieron
comprender y abrazar.
Mostrar las manos y los pies son el testimonio más verifico de que el Resucitado
es el crucificado. Eso lo tendrán muy
presente los discípulos durante toda su vida. La cruz será siempre el recuerdo de la vida y
para
mostrarnos que Dios
le había dado la razón se puso a comer con ellos “un trozo de pez asado”
y como los que acababan de llegar de Emaús se les “abrió el entendimiento”. Es
el gesto definitivo, entonces amigos es
tiempo de comer juntos y sobre todo con los que no tienen pan, es tiempo de
construir el Reino.
Nos toca
Ser y Hacer signos pequeños de Resurrección,
al partir y compartir el pan, al poner la vida y la alegría por encima
del miedo y la muerte, al predicar la utopía del Reino (Resurrección).Como dice
el texto: “En su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a
todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Ustedes son testigos de esto” En
nuestras comunidades debemos de hablar de estas cosas, poner en común nuestras
dudas y certezas, el camino de la Pascua nos marca el horizonte de la Vida.¿necesitamos que Jesús se nos aparezca para despejar nuestras dudas y abrir nuestra inteligencia?, o seremos capaces de ver a Jesús en el mundo que nos rodea, afinar la mirada y darnos cuenta que no se trata de que se nos aparezca en carne y hueso como una manera tangible de aquello que pregonamos como la base fundamental de lo que creemos, yo creo que necesitamos salir de nuestras cajitas y mirar hacia el lado y ver a Cristo en lo más necesitados, en el hermano que solo quiere que lo saludemos, que lo abracemos, que tengamos un gesto amable en la fila en que esperamos, o que miremos como un igual a un otro que se nos aproxima. En estos “¡Miren, Soy Yo!” estemos atentos a los signos de los tiempos, pidámosle al Espíritu que podamos tener una mirada sapiencial de la realidad. No busquemos en la muerte al que vive para siempre.
Jesús les dice a sus apóstoles que son testigos de todo esto, seamos
entonces testigos de lo que creemos y llevémoslo día a día hasta nuestros actos
cotidianos más mínimos.
Paz
y bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy cazon
Fraternidad eclesial franciscana
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