Reflexión domingo 4 de octubre
Familia proyecto original de Dios...
Marcos 10, 2-16
Empezar con esta oración nos hará entender lo que es una familia...
Cristo nos revela que el
matrimonio es un signo divino y vivificante. Mediante la unión del hombre y la
mujer, Dios quiso derramar sus bendiciones a la familia humana, haciéndola
fecunda y multiplicándola hasta que llenara la tierra.
Los
fariseos plantean a Jesús una pregunta para ponerlo a prueba. Esta vez no es
una cuestión sin importancia, sino un hecho que hace sufrir mucho a las mujeres
de Galilea y es motivo de vivas discusiones entre los seguidores de diversas
escuelas rabínicas: “¿Le es lícito al varón divorciarse de su mujer?”.
No
se trata del divorcio moderno que conocemos hoy, sino de la situación en que
vivía la mujer judía dentro del matrimonio, controlado por el varón. Según la
ley de Moisés, el marido podía romper el contrato matrimonial y expulsar de
casa a su esposa. La mujer, por el contrario, sometida en todo al varón, no
podía hacer lo mismo.
La
respuesta de Jesús sorprende a todos. No entra en las discusiones de los
rabinos. Invita
a descubrir a la familia como el
proyecto original de Dios, que
está por encima de leyes y normas. Esta ley “machista”, en concreto, se ha
impuesto en el pueblo judío por la “dureza de corazón” de los varones que
controlan a las mujeres y las someten a su voluntad.
Jesús
ahonda en el misterio original del ser humano. Dios “los ha creado varón y
mujer”. Los dos han sido creados en igualdad. Dios no ha creado al varón con
poder sobre la mujer. No ha creado a la mujer sometida al varón. Entre varones
y mujeres no ha de haber dominación por parte de nadie.
Desde
esta estructura original del ser humano, Jesús ofrece una visión del matrimonio
que va más allá de todo lo establecido por la “dureza de corazón” de los
varones. Mujeres y varones se unirán para “ser una sola carne” e iniciar una
vida compartida en la mutua entrega sin imposición ni sumisión.
Este
proyecto matrimonial es para Jesús la suprema expresión del amor humano. El
varón no tiene derecho alguno a controlar a la mujer como si fuera su dueño. La
mujer no ha de aceptar vivir sometida al varón. Es Dios mismo quien los atrae a
vivir unidos por un amor libre y gratuito. Jesús concluye de manera rotunda:
“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el varón”.
Con
esta posición, Jesús esta destruyendo de raíz el fundamento del patriarcado
bajo todas sus formas de control, sometimiento e imposición del varón sobre la
mujer. No solo en el matrimonio sino en cualquier institución civil o
religiosa.
Hemos
de escuchar el mensaje de Jesús. No es posible abrir caminos al reino de Dios y
su justicia sin luchar activamente contra el patriarcado. ¿Cuándo
reaccionaremos en la Iglesia con energía evangélica contra tanto abuso,
violencia y agresión del varón sobre la mujer? ¿Cuándo defenderemos a la mujer
de la “dureza de corazón” de los varones?
Por ello el Evangelio de hoy pasa
tan fácilmente del debate sobre el matrimonio a la bendición de unos niños por
Jesús. Los hijos son las bendiciones que el Padre otorga a las parejas que
siguen su camino.
Hermano, hermana, debemos dar siempre gracias a Dios porque somos familia, entonces somos una bendición, recuerda tu y yo somos una bendición y una bendición con un gran camino que recorrer.
Que la familia de Nazaret sea nuestro modelo de familia.
Hermano, hermana, debemos dar siempre gracias a Dios porque somos familia, entonces somos una bendición, recuerda tu y yo somos una bendición y una bendición con un gran camino que recorrer.
Que la familia de Nazaret sea nuestro modelo de familia.
Paz y bien
Hna.
Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad
Eclesial Franciscana
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