Reflexión domingo 3 de diciembre 2017
Vigilad, porque Dios está cerca…
Marcos 13,33-37
En el mercado en que se ha convertido
nuestro mundo, hay muchos que ofrecen a precio barato la salvación. Unos nos
ofrecen una salvación que se basa en consumir. “Compre el producto tal”, “Use
esto o lo otro” y nos dicen que así seremos más felices. Todo al alcance de la
mano... con tal que se tenga, claro está, el suficiente dinero en el banco o en
la cartera. Basta con mirar los anuncios que nos rodean por todas partes:
televisión, periódicos, radio, vallas publicitarias... Pero esa, lo sabemos, no
es la verdadera salvación.
Otros nos hablan de
Dios. “Dé un donativo”, “Rece esto o lo otro”, “Vaya a esta peregrinación o
celebración”. Pedro fue y se le curó el cáncer que tenía. Miguel no tuvo más
problemas con la bebida. También está el otro lado, el de la amenaza. Porque
también nos dicen que José no rezó o no fue y todos los problemas le fueron a
peor. Ese Dios del que hablan se parece a la medicina mágica con que tantos
sueñan. Una pastilla –una oración– y... todo resuelto. El cielo a nuestro
alcance. Los que así hablan parecen magos que con su fuerza controlan a Dios y
le hiciesen trabajar a su servicio. Pero ahí tampoco está la salvación.
La realidad es bastante más complicada. Dios no es un mago que lo
solucione todo. Nuestro mundo va haciendo su propio camino. A Dios lo
encontramos a nuestro lado, animándonos a tomar las riendas de nuestra vida, a
ser responsables de lo que hacemos, de nuestras decisiones. Su presencia la
encontramos en la vida de cada día, en las personas con que nos encontramos, en
los acontecimientos. Hay mucho de Dios, de gracia, en nuestras vidas.
Con este domingo empezamos el tiempo de Adviento. Es tiempo de
preparación para la celebración de la venida del Señor. La Palabra de Dios nos
invita a vigilar. Hay que estar atentos, porque en nuestras calles, en nuestras
familias, en nuestro mundo, se siente una presencia nueva, naciente. Las
comunidades cristianas son ya un signo de esa nueva realidad. Hay mucha gente
buena trabajando por ayudar a los demás. Esos son los signos de la presencia de
Dios. ¡Dios está con nosotros! ¡Su presencia está creciendo! Adviento es
nuestra oportunidad para vigilar y estar atentos, para descubrir los signos de
la auténtica presencia de Dios y celebrarlos en nuestra liturgia y en nuestra
oración. Vigilad, pues, no vaya a ser que Dios esté a vuestro lado o en vuestra
misma vida y os pase desapercibido.
Vigilar
supone estar vivo y atento a las grandes y pequeñas cosas que pasan a nuestro
alrededor. ¿Nos importa todo eso que pasa o vivimos tan encerrados en nuestros
problemas que nuestro mundo termina en nuestra propia nariz? ¿Dónde y cuándo
descubrimos a Dios cerca de nosotros?
Paz
y Bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazón
Fraternidad Eclesial Franciscana
No hay comentarios:
Publicar un comentario