Reflexión domingo de pascua 16
abril 2017
¡CRISTO HA
RESUCITADO!
Juan 20,1-9
El primer día de la semana, María
Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa
quitada del sepulcro. Echo a correr y fue donde estaba Simón Pedro y
el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo: Se han llevado del
sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y
el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero
el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al
sepulcro; y asomándose, vio las vendas en el suelo: pero no
entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entro en el
sepulcro: Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la
cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio
aparte. Entonces entro también el otro discípulo, el que había
llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no
habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
¡CRISTO HA RESUCITADO! El primer día de la
semana. Hoy es el primer día del resto de nuestra vida. Tiempo de superación de
muchas cosas. Hoy tienen que triunfar el amor, la generosidad, la fraternidad,
la alegría, la hermandad, la gracia, el perdón, la misericordia, la espereza,
la justicia… Depende de nosotros. Cristo ha hecho su parte y ahora nos deja
actuar. Con la fuerza de la Eucaristía, con el alimento de su Palabra, con la
respiración de la oración, con el acompañamiento de los sacramentos.
Cristo ha resucitado. Que se rompan las
cadenas del pecado. Que triunfe el milagro de la conversión. Que se
ilumine definitivamente la oscuridad.
Cristo ha resucitado. Que dejemos a un
lado los pesimismos existenciales. Que creamos de una vez por todas que el ser
humano es Templo del Espíritu Santo.
Cristo ha resucitado. Que renazca en
nuestros hogares el prodigio permanente de la ternura y de la unidad. Que
disfrutemos todos de la aventura de ser familia.
Cristo ha resucitado. Que los hombres y
mujeres volvamos a ser hermanos, solidarios y acogedores. Que a nadie le falte
el pan del amor y el alimento del cuerpo.
Cristo ha resucitado. Que se acaben las
guerras, que desaparezca el terrorismo, que se apaguen los fuegos de las armas.
Que se encienda la hoguera de la paz.
Cristo ha resucitado. Que la violencia
doméstica pase a ser simple recuerdo del pasado. Que el amor matrimonial
resurja de sus cenizas y que los hijos vuelvan a disfrutar del amor desprendido
de sus padres.
Cristo ha resucitado. Que nuestra fe se
despierte de su letargo. Que nuestros compromisos se revitalicen. Que sepamos
dar testimonio de que es verdad que Cristo vive, libera y salva.
Cristo ha resucitado. Que se eleven por
todo el mundo cantos de gracias. Que todos los pueblos proclamen la victoria de
nuestro Dios.
Cristo ha resucitado. Que resuene en
nuestro corazón la música festiva de la felicidad ya que no estamos destinados
al abismo, sino que caminamos con paso decidido por las sendas de la salvación.
Amén.
Juntos catemos ALELUYA. Celebremos la
fiesta gozosa. Preparémonos con gozo para la venida del Espíritu Santo en
Pentecostés. Vamos de fiesta en fiestas, bailamos la melodía de la alegría.
Es que en nuestro corazón rebosa la victoria de nuestro Dios, que es nuestra
victoria.
Dice San Agustín: “En el cielo dicen Aleluya cuando en la tierra decimos
Amén”.
De poco serviría a los creyentes de
esta hora, realizar grandes celebraciones festivas, recordar maravillosos
acontecimientos de pasado, si todo ello no se manifiesta en una profunda
conversión, en un cambio significativo de vida. Resucitar a una vida nueva
supone asumir las grandes lecciones del dolor, recordar las funestas
consecuencias del pecado y adoptar el compromiso de hacer un mundo mejor y más
solidario.
Paz y bien
Hna.
Esthela Nineth Bonardy Cazon
Fraternidad
Eclesial Franciscana
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