miércoles, 12 de abril de 2017

La tumba vacía es señal de esperanza...

Vigilia pascual – Sábado santo - 2017
La tumba vacía es señal de esperanza…

Mateo 28,1-10

Mis amigos hoy la vigilia tiene muchos momentos importantes: se inicia con el fuego afuera del templo luego se canta el pregón pascual, a continuación vienen las lecturas que son varias cada una acompañada de un salmo…luego después del evangelio viene las letanías delos santos, bendición del agua…
pregón pascual



Este es el evangelio que nos convoca esta noche santa

Pasado el sábado, al aclarar el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a visitar el sepulcro. De repente se produjo un violento temblor: el Ángel del Señor bajó del cielo, se dirigió al sepulcro, hizo rodar la piedra de la entrada y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el relámpago y sus ropas blancas como la nieve. Al ver al Ángel, los guardias temblaron de miedo y se quedaron como muertos. El Ángel dijo a las mujeres: «Ustedes no tienen por qué temer. Yo sé que buscan a Jesús, que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como lo había anunciado. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto, pero vuelvan en seguida y digan a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y ya se les adelanta camino a Galilea. Allí lo verán ustedes. Con esto ya se lo dije todo.» Ellas se fueron al instante del sepulcro, con temor, pero con una alegría inmensa a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos. En eso Jesús les salió al encuentro en el camino y les dijo: «Paz a ustedes.» Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Jesús les dijo en seguida: «No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán.»" 


Las mujeres se encaminan a la tumba del Maestro al aclarar, un aclarar  que aunque aún no lo sepan, es anuncio de un nuevo día, y de un día definitivo, un amanecer que quiebra el mero transcurrir del tiempo.

Son mujeres, y tal vez por ello nadie les da demasiada importancia a lo que hagan o digan. Ellas van hacia el sepulcro a expresar sus afectos a su Maestro que allí reposa, vestidas de la tristeza inexorable de la muerte; en cambio, los discípulos se han dispersado y escondidos, ateridos de miedo y desconsuelo. Los soldados de custodia permanecen cumpliendo órdenes, afirmados en la aparente legitimidad de sus lanzas y espadas.
Ellas no han comprendido del todo la enseñanza de ese Jesús que amaban, y de allí su humilde tristeza. Aun así, como buenas mujeres que son, prevalece en ellas la intuición, una intuición que les dicta, corazón adentro, que cuando todo se pierde es menester afirmarse en el amor, causa de todos los milagros.

No es tarea menor ni, aunque casi clandestina, está exenta de riesgos. Los que clamaron por la muerte de ese inocente están atentos y a la pesca de sus seguidores. Pero ellas igualmente van, porque las puede el afecto, porque un fermento extraño las moviliza, aunque no lleguen a razonarlo.

La pesada piedra que obtura la entrada está corrida. Hay un ángel por allí que no puede ser obviado. La escena del Mensajero sentado sobre la piedra-puerta es señal divina: la tumba ya no es hogar de la muerte, la tumba vacía es señal de esperanza, de que los imposibles han caducado, de que la luz prevalece sobre cualquier tiniebla, por invasiva que se asome. La transparencia y la blancura del Mensajero indica que no hay nada oculto que ya no permanecerá así, que será revelado, porque el amor de Dios se ha rebelado contra el dolor y la injusticia, porque el amor de Dios levanta a Cristo de la muerte.

Ese terremoto que estremece las entrañas de la tierra es otra señal estruendosa del acontecimiento cósmico de la Resurrección. Toda la creación ha contenido el aliento con su muerte, toda la creación sonríe y celebra con su vida resucitada.

El Señor ha resucitado, y no descansa. Ha sido un muerto inquieto y peligroso, y ahora amorosamente continúa su misión creadora de Salvación.
Por ello les dice con voz clara Alégrense! y nos lo repite ahora a nosotros, porque la presencia de Dios, los sueños eternos de Dios son la alegría de todas las gentes que le aman. 

las mujeres tienen un encargo apostólico y sacerdotal: avisar que es tiempo de despojarse de resignaciones y lutos, pues el Crucificado es ahora el Resucitado para siempre, vivo y fiel, caminante y presente entre los suyos.

Con ellas, Señor, iremos a encontrarte en Galilea, allí donde están tus hermanos, allí donde todo comenzó. 
Allí, en las Galileas de todo tiempo y lugar, de la periferia y la pequeñez, de donde poco se espera, Galileas de sospecha y de invisibilidad, allí te encontraremos nuevamente vivo, joven, para el abrazo de una esperanza que llevas encendida en esa mirada que vuelve a convocarnos en esta noche que empuja el día total, grano de trigo frutal que devino en pan santo de Salvación.



Muy Feliz Pascua de Resurrección

Paz y Bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazon
Fraternidad Eclesial Franciscana




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