Vigilia
pascual – Sábado santo - 2017
La tumba vacía es señal de
esperanza…
Mateo 28,1-10
Mis
amigos hoy la vigilia tiene muchos momentos importantes: se inicia con el fuego
afuera del templo luego se canta el pregón pascual, a continuación vienen las
lecturas que son varias cada una acompañada de un salmo…luego después del evangelio
viene las letanías delos santos, bendición del agua…
pregón pascual
Este es el evangelio que nos convoca
esta noche santa
Pasado el sábado, al
aclarar el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a
visitar el sepulcro. De repente se produjo un violento temblor: el Ángel del
Señor bajó del cielo, se dirigió al sepulcro, hizo rodar la piedra de la entrada
y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el relámpago y sus ropas blancas
como la nieve. Al ver al Ángel, los guardias temblaron de miedo y se quedaron
como muertos. El Ángel dijo a las mujeres: «Ustedes no tienen por qué temer. Yo
sé que buscan a Jesús, que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado,
tal como lo había anunciado. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto, pero
vuelvan en seguida y digan a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos
y ya se les adelanta camino a Galilea. Allí lo verán ustedes. Con esto ya se lo
dije todo.» Ellas se fueron al instante del sepulcro, con temor, pero con una
alegría inmensa a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos. En
eso Jesús les salió al encuentro en el camino y les dijo: «Paz a ustedes.» Las
mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Jesús les dijo en
seguida: «No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a
Galilea. Allí me verán.»"
Las mujeres se encaminan
a la tumba del Maestro al aclarar, un aclarar que aunque aún no lo sepan, es anuncio de un
nuevo día, y de un día definitivo, un amanecer que quiebra el mero transcurrir
del tiempo.
Son mujeres, y tal vez por ello nadie les da
demasiada importancia a lo que hagan o digan. Ellas van hacia el sepulcro a
expresar sus afectos a su Maestro que allí reposa, vestidas de la tristeza
inexorable de la muerte; en cambio, los discípulos se han dispersado y
escondidos, ateridos de miedo y desconsuelo. Los soldados de custodia
permanecen cumpliendo órdenes, afirmados en la aparente legitimidad de sus
lanzas y espadas.
Ellas no han comprendido del todo la
enseñanza de ese Jesús que amaban, y de allí su humilde tristeza. Aun así, como
buenas mujeres que son, prevalece en ellas la intuición, una intuición que les
dicta, corazón adentro, que cuando todo se pierde es menester afirmarse en el
amor, causa de todos los milagros.
No es tarea menor ni, aunque casi
clandestina, está exenta de riesgos. Los que clamaron por la muerte de ese
inocente están atentos y a la pesca de sus seguidores. Pero ellas igualmente
van, porque las puede el afecto, porque un fermento extraño las moviliza,
aunque no lleguen a razonarlo.
La pesada piedra que obtura la entrada
está corrida. Hay un ángel por allí que no puede ser obviado. La escena del
Mensajero sentado sobre la piedra-puerta es señal divina: la tumba ya no es
hogar de la muerte, la tumba vacía es
señal de esperanza, de que los imposibles han caducado, de que la luz prevalece sobre
cualquier tiniebla, por invasiva que se asome. La transparencia y la blancura
del Mensajero indica que no hay nada oculto que ya no permanecerá así, que será
revelado, porque el amor de Dios se ha rebelado contra el dolor y la
injusticia, porque el amor de Dios levanta a Cristo de la muerte.
Ese terremoto que estremece las entrañas
de la tierra es otra señal estruendosa del acontecimiento cósmico de la
Resurrección. Toda la creación ha contenido el aliento con su muerte, toda la
creación sonríe y celebra con su vida resucitada.
El Señor ha resucitado, y no descansa. Ha
sido un muerto inquieto y peligroso, y ahora amorosamente continúa su misión
creadora de Salvación.
Por ello les dice con voz clara Alégrense!
y nos lo repite ahora a nosotros, porque la presencia de Dios, los sueños
eternos de Dios son la alegría de todas las gentes que le aman.
las mujeres tienen un encargo apostólico
y sacerdotal: avisar que es tiempo de despojarse de resignaciones y lutos, pues
el Crucificado es ahora el Resucitado para siempre, vivo y fiel, caminante y
presente entre los suyos.
Con ellas, Señor, iremos a
encontrarte en Galilea, allí donde están tus hermanos, allí donde todo
comenzó.
Allí, en las Galileas de todo tiempo y
lugar, de la periferia y la pequeñez, de donde poco se espera, Galileas de
sospecha y de invisibilidad, allí te encontraremos nuevamente vivo, joven, para
el abrazo de una esperanza que llevas encendida en esa mirada que vuelve a
convocarnos en esta noche que empuja el día total, grano de trigo frutal que
devino en pan santo de Salvación.
Muy Feliz Pascua de Resurrección
Paz y Bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazon
Fraternidad Eclesial Franciscana
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