Reflexión domingo 22
julio 2018
Aprender y descansar…
Marcos 6,30-34
Errar es humano. Es nuestro límite. No lo sabemos todo. Pero lo bueno es
que siempre podemos aprender y, muchas veces, es para eso que sirven los
errores. Probamos de una forma, ensayamos de otra, hasta que encontramos la
manera más satisfactoria. Puede pasar, incluso, que algunas cosas que siempre
funcionaron bien, en algún momento ya no sean adecuadas y tengamos que
revisarlas y cambiarlas.
Jesús formó un grupo de discípulos “para estar con él” dice el evangelio de Marcos y “para enviarlos a predicar”. Como discípulos están en permanente aprendizaje.
El evangelio de este domingo nos condensa momentos importantes de ese aprendizaje.
Empieza contándonos que los discípulos volvieron de una misión a la que Jesús los había enviado. Una práctica, podríamos decir. Así lo cuenta san Marcos:
Jesús formó un grupo de discípulos “para estar con él” dice el evangelio de Marcos y “para enviarlos a predicar”. Como discípulos están en permanente aprendizaje.
El evangelio de este domingo nos condensa momentos importantes de ese aprendizaje.
Empieza contándonos que los discípulos volvieron de una misión a la que Jesús los había enviado. Una práctica, podríamos decir. Así lo cuenta san Marcos:
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús
y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo: «Vengan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.» Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma. Palabra del Señor
Él les dijo: «Vengan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.» Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma. Palabra del Señor
“Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le
contaron todo lo que habían hecho y enseñado.”
Le cuentan a Jesús lo que han hecho. La práctica tiene muchas situaciones
imprevistas. Han tenido que desenvolverse, que tomar decisiones. Posiblemente
en algunas cosas les ha ido bien, en otras no… contar lo que hicieron permite
repensar, decantar, reflexionar. Sólo de esa forma lo vivido se transforma
realmente en una experiencia útil.
También le cuentan a Jesús lo que habían enseñado. Uno podría preguntarse porqué le cuentan también eso… ¿acaso no han repetido las enseñanzas de Jesús? Seguramente sí, pero, allí también es importante confrontar con Jesús la forma en que enseñaron. El encuentro con otras personas, con sus preguntas o dificultades para entender lo que se anuncia, hace descubrir aspectos nuevos. Entonces, viene la duda ¿habré explicado bien esto o habré cambiado el sentido del mensaje?
El apóstol Pablo, que no formó parte del grupo de los Doce, a partir de su encuentro con Jesucristo comenzó a predicar el Evangelio. Tres años después de su conversión sintió la necesidad de encontrarse con aquellos que habían caminado junto a Jesús, para ver si lo suyo iba bien rumbeado. Así lo cuenta en su carta a los Gálatas:
También le cuentan a Jesús lo que habían enseñado. Uno podría preguntarse porqué le cuentan también eso… ¿acaso no han repetido las enseñanzas de Jesús? Seguramente sí, pero, allí también es importante confrontar con Jesús la forma en que enseñaron. El encuentro con otras personas, con sus preguntas o dificultades para entender lo que se anuncia, hace descubrir aspectos nuevos. Entonces, viene la duda ¿habré explicado bien esto o habré cambiado el sentido del mensaje?
El apóstol Pablo, que no formó parte del grupo de los Doce, a partir de su encuentro con Jesucristo comenzó a predicar el Evangelio. Tres años después de su conversión sintió la necesidad de encontrarse con aquellos que habían caminado junto a Jesús, para ver si lo suyo iba bien rumbeado. Así lo cuenta en su carta a los Gálatas:
«subí a Jerusalén para conocer a Cefas [o sea, a Pedro] y permanecí quince
días en su compañía» (Gal 1,18).
Pasó más tiempo y volvió a sentir esa necesidad:
«al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén... y les expuse el
Evangelio que proclamo entre los paganos... para saber si corría o había
corrido en vano» (Gal 2,1.2).
Humildad de Pablo… necesidad de confrontar con los otros, de ver si lo que
está haciendo va en la dirección correcta.
La primera enseñanza de Jesús que encontramos en este pasaje del Evangelio va por ese lado. No cortarse solo. Trabajar en equipo. Referirse a los responsables de las comunidades.
Una segunda enseñanza aparece enseguida, en la invitación de Jesús a ir a un lugar desierto, para descansar un poco. Quienes se dedican a trabajar intensamente con personas que tienen muchas necesidades… médicos, psicólogos, educadores, sacerdotes, corren el riesgo de vaciarse interiormente, algo que en inglés se llama burn out y se traduce como el “síndrome del quemado”. Esto lo sufre una persona que se ha consumido por dentro, que se ha agotado, que no encuentra fuerzas ni motivación para seguir.
La primera enseñanza de Jesús que encontramos en este pasaje del Evangelio va por ese lado. No cortarse solo. Trabajar en equipo. Referirse a los responsables de las comunidades.
Una segunda enseñanza aparece enseguida, en la invitación de Jesús a ir a un lugar desierto, para descansar un poco. Quienes se dedican a trabajar intensamente con personas que tienen muchas necesidades… médicos, psicólogos, educadores, sacerdotes, corren el riesgo de vaciarse interiormente, algo que en inglés se llama burn out y se traduce como el “síndrome del quemado”. Esto lo sufre una persona que se ha consumido por dentro, que se ha agotado, que no encuentra fuerzas ni motivación para seguir.
Jesús les dijo: «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar
un poco». Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni
para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto.
Jesús lleva a sus discípulos a descansar, para que la vida de ellos se
equilibre, las fuerzas físicas se repongan; pero, sobre todo para que mantengan
sus fuerzas espirituales, a partir del encuentro en soledad y en silencio con
el mismo Jesús. Ese llamado sigue siendo válido y diríamos, aún más válido y
necesario hoy, entre tantas cosas que dispersan y fatigan. Encontrarse con
Jesús en la oración, en los sacramentos, estar con Él.
Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades
acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
El descanso que propone Jesús a los discípulos se frustra. La gente
descubre dónde van y cuando ellos llegan, ya los están esperando. Jesús
contempla esa multitud y, lejos de manifestar la más mínima molestia, siente
compasión. El evangelio nos describe con una frase la situación que Jesús ve:
“estaban como ovejas sin pastor”. A pesar de su necesidad y la de sus
discípulos de descanso, Jesús se puso a enseñar a la multitud. Y lo hizo largo
rato.
Es posible que la gente esperara otra cosa: sanaciones, milagros… pero Jesús se puso a enseñarles. Son ovejas sin pastor, han perdido el rumbo. La enseñanza de Jesús reorienta, da sentido a la vida. Gracias a esa enseñanza las personas dan un rumbo a su vida y dejan de estar como ovejas que no tienen pastor.
Paz y bien
Hna. Esthela Nineth Bonardy Cazon
Fraternidad Eclesial Franciscana